Llegó el primer día del debate presidencial entre la candidata Claudia Sheinbaum de Morena, Partido Verde y PT, y la oposición de Fuerza y Corazón por México con la candidata Xóchitl Gálvez auspiciada por el PRI, PAN y PRD. Rápidamente las opiniones emitían juicios para definir una ganadora. ¿Qué se supone que ganaron? En realidad presenciamos una mala obra teatral. Vimos a una actriz diestra en el papel de interpretar roles, que conocía su guion a la perfección pues lo ha repetido miles de veces, que se sentía cómoda en el escenario, con gran control escénico al grado de prescindir del ensayo. Vimos una artista altanera con sonrisa falsa acostumbrada a usar máscaras y que fuera de cámaras y reflectores actúa distinto a la imagen que ha decidido proyectar. Claudia no es afecta a los abrazos ni a estar cerca de la gente, pero ya finge cercanía con el pueblo y hasta comenzó a usar huipiles. Sí, así es la figura de Claudia Sheinbaum. Persona egocéntrica que enlistó sus premios y reconocimientos que no le sirven para comportarse más humanamente.
En el otro extremo vimos a una mujer inmersa en un escenario asfixiante que la limitaba constantemente impidiéndole expresarse con la espontaneidad que la caracteriza. Una mujer acostumbrada a actuar con naturalidad, sin fingimientos ni simulaciones. A ella le agrada escuchar a la gente, empatizar con sus problemáticas, comprenderlas. Esta mujer es Xóchitl. Ante su calidez , Claudia resulta una persona fría y distante. Por eso la referencia a ella de ser la “dama de hielo” y por su actitud indiferente a las muertes que se suscitaron por negligencia criminal durante su administración. Así también Xóchitl llama a Sheinbaum “mujer fría y sin corazón” por no haber actuado ante la problemática de falta de medicamentos que ocasionó la muerte y sufrimiento de muchos.
En realidad los debates como éste no pueden predecir si alguien podrá ser buen gobernante, es una prueba de actuación y Xóchitl no es buena actriz, no sabe fingir, es demasiado espontánea, demasiado transparente, y la exigencia de ocultar su personalidad no es lo suyo.
El debate de Claudia tenía un tufo de Mañanera por la cantidad de datos incorrectos que manejó y que presumía como el tianguis digital sin información, cifras de feminicidio diciendo que no hay impunidad, cifras de millones de ahorro, además de mentiras como que el pueblo aprueba los servicios de salud que son ineficientes e insuficientes. Escuchamos un discurso mentiroso y evasivo. No respondió nada de lo que se le preguntó. No es una persona que responda con honestidad y acepte errores y equivocaciones. Prefiere mentir y engañar para continuar con su rol “constructor” (que es destructor) de su cuarta transformación.
La respuesta a la pregunta ¿Quién ganó? Tiene varias aristas. Si se refiere a quien desempeñó el mejor papel, por un lado tenemos a Sheinbaum con una presentación bien armada pero de mentiras, una secuencia ordenada y concentrada para evitar tomar por los cuernos a los toros que le aventaba Xóchitl, con movimientos controlados que fingían amabilidad con el público pero desprecio hacia su contrincante. En el otro lado Xóchitl que con su estilo relajado, de frases cortas y lenguaje coloquial conectaba fácilmente, capaz de reprochar con exigencia los datos falsos que exhibía Claudia con orgullo, y señalar los múltiples errores que ha cometido la 4 T. Con ahínco criticó la corrupción de AMLO. Es una candidata que ofrece reconstruir el servicio de salud que este gobierno ha destruido, que se compromete a apoyar a las mujeres, mejorar la educación con acceso a internet que fue una promesa no cumplida por la 4 T. El debate no es un concurso de oratoria ni de actuación. La pregunta debe ser: ¿Cuál candidata tendría mejores resultados y conviene más a México? Respuesta correcta: Xóchitl.