De un tiempo acá, no todo va muy bien”.

Jaime Flores, “¡Qué lástima!”, interpretada por Alejandro Fernández

 

Una y otra vez el presidente López Obrador nos ha dicho que “vamos bien”, “requetebién” o incluso “muy requetebién”. Entró al gobierno en 2018 insistiendo que “Nos dejaron un país destruido”, pero desde 2019 ya decía que México había cambiado milagrosamente: “Vamos bien en la economía y son varios los indicadores que tenemos para probarlo”, declaró el 14 de noviembre de 2019, cuando llevaba menos de un año en la Presidencia. 

Andrés Manuel no inventó la táctica política de exagerar los problemas desde la oposición y negarlos en el poder. Ha sido una constante desde tiempos inmemoriales, pero ahora la rescatan los gobernantes populistas. Donald Trump denunció con furia en su discurso inaugural de enero de 2016 la “carnicería” que le habían heredado los demócratas, solo para declarar unos meses después que “América” era ya “grande otra vez”. La consabida frase de AMLO “No somos iguales” la desmiente la historia. 

La verdad, sin embargo, es que, “de un tiempo acá, no todo va muy bien”. Es cierto que la economía mexicana creció 3.2 por ciento en 2023, pero hoy tenemos una desaceleración, a pesar del desaforado gasto electorero del gobierno. El FMI está pronosticando que el crecimiento será de 2.4 por ciento en 2024, con lo que México solo registraría un crecimiento anual promedio de 1 por ciento en todo el sexenio y de 0.1 por ciento en el producto interno bruto (PIB) per cápita. Sería el peor desempeño desde Miguel de la Madrid. 

Lo que más preocupa es que el presidente le estará dejando a su sucesora una situación muy comprometida. López Obrador recibió el gobierno con un déficit del sector público de solo 2.2 por ciento del PIB en 2018. Para 2024 Hacienda ha proyectado 5.4 por ciento. Si bien AMLO prometió no endeudar al sector público, la deuda neta pasó de 10.8 billones de pesos en 2018 a 14.8 billones en diciembre de 2024. Para febrero de 2024 el saldo ya alcanzaba 15.5 billones (SHCP). 

La Secretaría de Hacienda está planeando bajar el déficit de 5.4 a 2.6 por ciento entre 2024 y 2025. Quizá sea inevitable ante el despilfarro de 2024, pero un recorte tan abrupto tendrá un impacto fuerte en el crecimiento. El FMI calcula, por lo tanto, que en el primer año del nuevo gobierno la expansión mexicana será de solo 1.5 por ciento. 

Y ya no quedan colchones. El gobierno de López Obrador quemó los fondos de estabilización y los fideicomisos creados por los gobiernos liberales para financiar gasto corriente. Ahora está incluso tomando ahorros privados de cuentas de Afores no reclamadas. La promesa de no subir impuestos, mientras tanto, ha caído por tierra; AMLO ha subido la retención sobre el ahorro y los aranceles a muchos productos asiáticos. No es suficiente, empero, para enfrentar el creciente gasto. Lo peor es que el presidente ha cargado ya a su sucesora con muchas otras costosas promesas para el futuro. 

Es inevitable no recordar el caso de Lula da Silva. En su primer cuatrienio de gobierno en Brasil, de 2003 a 2006, aplicó políticas pragmáticas que le dieron la popularidad para ser reelecto en 2006. No obstante, en su segundo período, de 2006 a 2010, gastó en exceso. Si bien se retiró en 2010 con un 80 por ciento de aprobación, la subsecuente crisis económica fue debilitando a su sucesora, Dilma Rousseff, quien en 2015 registró un rechazo de 70 por ciento y fue destituida (injustamente, as mi parecer) por el Senado en 2016. 

Lula solía decir al final de su segundo mandato que en la economía todo iba muito bem. No entendió que los desequilibrios le cobrarían factura a su sucesora. Alguien debería recordarle esta historia al presidente López Obrador. 

 

Vanagloria

 

Este 24 de abril un comunicado de la CFE se vanaglorió: “El rescate de la CFE es un hecho: obtiene cifras positivas en utilidad neta de más de 96 mil millones de pesos” en 2023. Un día después se publicaron los resultados oficiales del primer trimestre de 2024, con una caída de 94.1 por ciento en sus utilidades. 

 

www.sergiosarmiento.com

 

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