En esta historia no es importante quién llegó primero, ni es relevante quién encontró a quien, lo que sí lo es, es que nos hicimos amigos. Y es que de las decisiones trascendentes que se nos permiten tomar, la amistad es una de ellas, no es suficiente tener las mismas aficiones, compaginar en criterios e ideologías, lo que sí es un requisito primordial y necesario para continuar es tener similitudes de corazón.
Y es que, aunque éstos tengan la misma forma anatómica no son iguales, hay corazones de envidia y odio, otros por contraparte, traen en su bombear sinceridad y bondad que proviene de fuentes ancestrales, subterráneas y profundas que brotan de un punto inexacto del interior de la tierra. Podría perder horas y horas hurgando, rastreando su origen, y no encontraría más que carne, tendones y huesos. Por supuesto, la esencia proviene del espíritu, y éste, suele ser tan selectivo, que para habitar un cuerpo, pone como requisito que posea un buen y noble corazón.
Hay tardes en las que se me agolpa el recuerdo, llama con golpes quedos, a veces mis ocupaciones me obligan a hacer oídos sordos, pero sólo por poco tiempo, porque es imposible dejar de escuchar su llamada, y entonces, ya sin interrupciones, abro la puerta y entro a mis recuerdos más preciados como a un campo que moviera sus espigas al compás del viento, a ese sitio privilegiado en el que guardo los más queridos, los más entrañables, a los que pocos tienen acceso. Los que han dejado huella en mí.
Y es que nuestras vidas no son existencias solitarias, se tejen con destreza en un gigantesco telar con hilos de colores vivos, con personajes, risas, lágrimas y horas compartidas. Todo se entreteje a golpe de segundos hasta el último detalle, y al tomar distancia, toma figura.
Si lo vemos de cerca no podríamos apreciarlo, es necesario el paso del tiempo para descubrir en él a las personas queridas que han perdurado, que ahora, forman parte de ese todo y son indivisibles. Ese tapiz, mostrará nuestras aficiones que fue en donde comenzó todo, pero estaría mintiendo si sólo las mencionara en exclusiva, porque aunque son muy importantes nuestros gustos, nuestra amistad es más que eso.
Así que observo mi vivir como un espectador anónimo y te descubro, rememoro esos días de juventud, en donde los días transcurrían sin prisas, en donde sentíamos que el mundo nos cabía entre los brazos. Después cada quien siguió su camino, porque el tapiz necesitaba otros colores, era preciso que nuestras vidas se siguieron entrelazando con otros hilos multicolores que, escogidos con cuidado de la palestra nos definieran como personas. Me sonrió, somos entes individuales, sin embargo, fuimos necesarios y complementarios, aparecemos en otros tapices dándoles colorido. ¿Te has dado cuenta, me has descubierto ya en el tejido de la tuya?
Quisiera ponerme a hablar de ti y decir la gran persona que eres, podría hablar de tu pericia y de tus logros, o extenderme a la hermosa familia que formaste, pero hoy he decidido detenerme en tu amistad, en lo afortunada que me siento, en la ventura de coincidir contigo.
Ciertamente podría alargarme y decir muchas cosas más, pero me detengo en lo primordial, en tí mismo. Gracias por tu amistad querido amigo.