Lo que no es parejo es chipotudo. Simplemente no tiene sentido que el INE le prohíba a Lilly Téllez, candidata al Senado por el Frente, participar en un programa de radio quesque porque su “sobreexposición” pudiera llevar a una falta de equidad en el proceso. ¿Y las diatribas diarias políticas y politizadas del inquilino de Palacio Nacional? ¿Qué ésas no constituyen una sobreexposición que conduce a la falta de equidad?
Si amordazan a Lilly Téllez (y aclaramos: ni conocemos ni queremos conocer a la señora), entonces defendamos la verdadera equidad, que en este caso consistiría en medir con la mismita vara al Tlatoani Tabasqueño y su foro político diario, que en mucho mayor medida conforma una “sobreexposición” que directamente viola la equidad del proceso electoral.
Se nota que la titular del INE, la Sra. Taddei, está intimidada por la belicosidad rabiosa del inquilino de Palacio Nacional. Le tiene “cuiscuás” y no se atreve a amonestarlo y/o multarlo por su frecuente uso de su púlpito para promover a su “movimiento” y a sus candidatos. Manifiesta esta rijosidad parcial no sólo en sus dichos, sino en sus hechos.
Quizá las masas no le den la importancia que merece, pero la gente pensante ha tomado nota de cómo el Tlatoani Macuspeño ha ordenado que la FGR acuse penalmente a María Amparo Casar, y a sus hijos, por recibir una pensión que su difunto marido le dejó hace veinte años, cuando trabajaba en Pemex.
Salta a la vista que a la señora Casar (a quien tampoco conocemos) la pretende silenciar el Tlatoani por dos motivos: 1.- Por haber escrito un libro crítico de su régimen, “Los puntos sobre la íes”, y 2.- Por presidir la ONG Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad, que ha hecho varias aportaciones a la opinión pública dando a conocer que la corrupción, en éste como en anteriores sexenios, lejos de estar erradicada sigue vivita y coleando.
Así se comporta el tabasqueño con una viuda -y con su prole- el Presidente “humanista”, el que dice que no persigue por haber sido perseguido, el que deja libres a los criminales, pero pretende encarcelar a sus críticos, el que se dice demócrata, pero actúa como déspota.
Ante un escenario de gran violencia política, de enormes inequidades derivadas de la ausencia de vigilancia y orden por parte del INE, en la que se aplican recursos públicos a favor de los candidatos oficiales, exhibe el INE cotiledones de avestruz amordazando a una candidata al Senado.
La desproporción en la actitud del INE no sólo decepciona, sino inhibe la competencia política. ¡Para los oficialistas todas las facilidades y la venia del INE, pero para quienes pretenden competirles en las urnas, grilletes y mordazas! ¡Qué chulada de país!
Ni Maduro, ni Ortega ni Díaz-Canel lo podrían hacer mejor: resulta que el “maestro” de los citados tiranos es el Presidente de un país que, siendo democrático, pronto dejará de serlo, ¡México! Pudiera ser que el INE y la Sra. Taddei tengan las mejores intenciones, pero, como ustedes saben, “de buenas intenciones está pavimentado el camino al infierno”.
Uno de los problemas que claramente tenemos es que el INE actual está chimuelo. Es decir, no tiene dientes, no tiene la capacidad de hacer respetar las leyes electorales y sancionar a quienes las violan.
El poder omnipotente de un Ejecutivo que ha dominado a los demás Poderes, y para el cual no existe la separación ni independencia de los mismos, la imposición de su caprichosa voluntad por encima de la Constitución y las leyes que de ella emanan y cuanta práctica democrática debe respetarse, ha paralizado e intimidado a organismos como el INE y pronto lo hará también (en noviembre) con la Suprema Corte si los autócratas oficialistas ganan la elección.
No es poco lo que está en juego: nos encontramos en una coyuntura histórica en la que si no logramos el equilibrio político, y en su lugar les abrimos paso a los Stalincitos despóticos, México puede “agarrar pa’l monte” y una vez entre matorrales no habrá poder humano que nos regrese al terso sendero del progreso.