La contaminación no se enteró que habían dejado de circular un millón de vehículos”.

Héctor G. Riveros

 

Muchos políticos tratan de resolver los problemas con prohibiciones. Así lo hizo Manuel Camacho, jefe del Departamento del Distrito Federal, ante la contaminación del aire a fines de los ochenta. Con el argumento de que “el período invernal representa mayores riesgos para la salud de la población del Distrito Federal”, publicó un decreto “temporal” el 8 de noviembre de 1989 con el que limitó “la circulación de vehículos automotores. con base al último dígito de las placas y al color del engomado que tengan asignado”.

La restricción funcionó en un principio. Mucha gente dejó de circular un día a la semana, pero conforme pasó el tiempo, y el programa se hizo permanente, la mayoría empezó a buscar formas de defenderse. Algunos mantuvieron sus autos viejos, más contaminantes, para los días en que no podían usar su vehículo principal, otros compraron autos viejos.

En una entrevista radiofónica con José Gutiérrez Vivó el 9 de marzo de 1994 el entonces candidato presidencial Luis Donaldo Colosio calificó el programa de “demagogia”: “Fue contraproducente -declaró– porque aumentó el número de vehículos circulando en la Ciudad de México”. Distintos estudios lo ratificaron, como “Rationing Can Backfire: The ‘Day Without a Car’ in Mexico”, de Gunnar S. Eskeland y Targan Ferzyoglu del Banco Mundial, de 1995, que dijeron que el programa era “tan ineficiente que resultaba contraproducente”, y Lucas W. Davis, en “The Effect of Driving Restrictions on Air Quality in Mexico City”, quien señaló que “no hay indicios de que las restricciones mejoraron la calidad del aire”; más bien, “generaron un incremento en el número total de vehículos en circulación, así como un cambio en la composición hacia vehículos de altas emisiones”. Estudios posteriores, como los de Héctor G. Riveros del Instituto de Física de la UNAM y de W. Luis Mochán del Instituto de Ciencias de la UNAM, llegaron a la misma conclusión: “El programa Hoy no Circula ha sido contraproducente -dijo Mochán– y ha conducido a una mayor emisión de contaminantes”.

Claudia Sheinbaum, jefa delegacional de Tlalpan en 2017, se quejaba en un tweet el 21 de mayo de 2017: “6 días de contingencia ambiental. Urge política ambiental en CDMX”. Pero ni cuando fue secretaria del ambiente en la capital de 2000 a 2006, ni como jefa de gobierno de 2018 a 2023, impulsó esa política. En este 2024 llevamos ya nueve días de contingencia ambiental, cuatro de ellos consecutivos.

Uno podría suponer que los políticos ya se habrían dado cuenta del fracaso de esta medida “temporal” de 35 años. Las prohibiciones suelen tener consecuencias negativas, sobre todo cuando se mantienen de manera indefinida. La contaminación del aire en la Ciudad de México ha disminuido desde los años ochenta, pero no por el Hoy no Circula, sino por los convertidores catalíticos de los autos.

El fracaso se nota en los días de contingencia ambiental. Pese a las restricciones, no hay una disminución significativa del tránsito. Los autos disponibles simplemente hacen más viajes. Además, buena parte de la contaminación es producto de partículas PM10 y PM2.5, que no provienen de los autos, sino de la refinería de Tula, que quema combustóleo, un combustible muy sucio, y de los camiones y autobuses de diésel. Los incendios forestales contribuyen también.

Lo peor es que sí hay soluciones. Tula debe operar con gas natural. Hay que mejorar el transporte público, que se deteriora cada vez más, como vemos en el Metro. Las manifestaciones y bloqueos complican el tránsito y generan contaminación. También los anafres en puestos callejeros y los cohetes de celebraciones religiosas. A los políticos no parece interesarles resolver el problema. Prefieren mantener una política que ha fracasado 35 años.

 

Incertidumbre

 

Una persona que quiere visitar la Ciudad de México en auto sufre siempre la incertidumbre del Hoy no Circula. Quizá pueda llegar a la capital un viernes, pero no sabe si podrá salir el domingo. 

 

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