“Aquí Morena no entra” fue el encabezado de este diario el lunes pasado, haciendo alusión a lo que habían arengado la candidata a gobernadora de la coalición Fuerza y Corazón por Guanajuato, Libia Denisse García Muñoz Ledo y el dirigente nacional del PAN, Marko Cortés, en el acto de cierre de campaña que se había realizado un día antes, ante un casi lleno estadio León.
Coincido en que fuerzas políticas que han dejado una estela de destrucción, corrupción y de retroceso a nivel nacional no debe llegar a nuestro estado ni a nuestra ciudad, ya bastante daño nos hace una política errática y populista a nivel federal.
No obstante, de la misma forma que ponemos barreras a ideologías y formas de gobernar que ya probaron su fracaso, también debemos rechazar la llegada de políticos de todos los demás partidos, que no estén comprometidos con el desarrollo, crecimiento y superación de los ciudadanos, y que solo vean por sus propios intereses o que no estén capacitados para desempeñar sus puestos.
No debemos apoyar a políticos que ven al gobierno como una agencia de empleos o que buscan un trabajo con el fin de instalarse en la comodidad de estirar la mano cada quincena para recibir su salario, sin saber ni reconocer quién les paga su sueldo.
Debemos reflexionar muy bien si hay que seguir dándole apoyo a autoridades y gobernantes que han vivido del presupuesto con un sueldo de servidor público, y ahora tienen ranchos, hoteles y propiedades. No podemos seguir ciegos ante el crecimiento inexplicable del patrimonio de quienes antes se presentaron como una opción.
Ya no podemos hacernos amigos de políticos que protegen o premian la corrupción, o de quienes un día entraron como funcionarios y luego terminan como empresarios, como si esta última actividad se adquiriera por decreto y no a través del trabajo decente y asumiendo riesgos y costos muy altos.
En todos los partidos hay candidatos impresentables, que son postulados más por compromisos internos, por cuotas de poder, por amiguismo, por pagos de favores y hasta por dinero, dejando de lado los valores, la experiencia, el compromiso y el prestigio de las personas.
Cuando un político sin principios, sin capacidad y sin experiencia llega al poder, lo más seguro es que la sociedad retroceda y por su ineptitud entregue peores cuentas de las que recibió.
Hay que saber bien quién estará en la boleta frente a nosotros el próximo domingo, ya sea por primera vez o buscando la reelección, pues es indispensable analizar qué tanto han hecho por los ciudadanos y por la sociedad en el tiempo que han estado viviendo de nuestros impuestos, ¿cuáles han sido sus iniciativas, sus logros, sus posturas, o al menos sus condenas?
Es una desgracia que la política siendo el instrumento más eficaz y cercano para combatir y erradicar la pobreza, a veces se convierta en un lodazal de porquería, mentiras y traiciones.
Tenemos que desarrollar una gran capacidad para identificar de entre todas las decenas de candidatas y candidatos que pidieron nuestro voto, ¿cuáles de ellos lo hacen por una verdadera vocación de servicio?, ¿quiénes a lo largo de su vida han sido honestos, han dado resultados y saben identificar y resolver los problemas y las necesidades de los ciudadanos?
Claro que hay políticos de altura que son reconocidos por la gente, y hubo candidatas y candidatos que ofrecieron propuestas y soluciones viables, a esos hay que otorgarles nuestro voto, pero también debemos darle seguimiento a sus promesas, pues la elección es solo el primer día del resto de su mandato, y si los ciudadanos nos desinteresamos de ellos, entonces la confianza que les dimos, seguramente será traicionada.