El pasado 20 de mayo, en una reunión con los obispos italianos, el Papa rechazó que los homosexuales puedan ingresar o estar en los seminarios, porque “ya hay mucha mariconería”, y defendió la posición oficial de la Iglesia de no admitirlos en las instituciones para formar religiosos. 

También se refirió a una norma emitida en la época de Benedicto XVI, que establecía que la Iglesia respetaba profundamente a las personas en cuestión, pero no podían estar en las órdenes sagradas quienes practican la homosexualidad, o apoyan la llamada cultura gay. 

Aunque posteriormente el Papa pidió perdón por usar la palabra “mariconería”, porque nunca tuvo la intención de ofender o expresarse en términos homofóbicos”, el golpe estaba dado. ¿Lo traicionó su subconsciente, o no logra armonizar la sexualidad de los clérigos con su misión en la Iglesia? El celibato no es un estado natural en los seres humanos…

Pero estableció una salvedad utópica: “Solamente que fueran castos y puros”. Desde luego que la condición anterior sería insalvable… Los humanos son seres sexuados, con hormonas, y sería imposible ir contra la naturaleza y transformarlos en seres asexuados, como los bienaventurados ángeles pintados por Miguel Ángel en la Capilla Sixtina.  El Vaticano especificó que uno de los objetivos principales es que se quiere evitar que se refugien en el sacerdocio para ocultar su homosexualidad. Y entonces, ¿qué hay del lobby gay en el Vaticano? 

Recordemos que cuando el entonces poderoso secretario de Estado Tarcisio Bertone fue defenestrado, en su defensa mencionó a “cuervos”, “víboras” y “lobby gay”, para describir las intrigas internas en el Vaticano.

Entonces, en 2013 el papa Francisco hizo una declaración en relación a los altos prelados gays en el Vaticano que llamó la atención mundial: “Si una persona es gay y busca al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarlo”? Esta declaración fue interpretada como un cambio en la postura del Vaticano hacia la homosexualidad. Pero por más esfuerzos que hace el papa Francisco en cambiar las viejas sentencias, sigue atrapado en la sexualidad y el celibato de los hombres de Dios.  

El “lobby gay” se refiere a un supuesto grupo de homosexuales que, según algunos informes, ejercen una influencia significativa dentro de la Curia Romana. Este grupo, según algunos críticos, es poderoso y protege a sus miembros de acusaciones de conducta inapropiada.

Es importante subrayar que la felonía de los abusos a menores no está en la homosexualidad, ni su práctica entre adultos; sino en los escándalos y ataques a niños: la pedofilia. Con decretos papales, ojos en blanco, veladoras y rezos no va a cambiar la aberrante situación. El problema de la pedofilia y el celibato, han sido un tema grave, insoluto, del que no ha podido desembarazarse la Iglesia, por temas económicos y no divinos.  

Para darle contexto al texto, es importante traer a colación el trabajo que desarrolló el benedictino belga Lemercier, allá por el año de 1961, cuando dio a luz un proyecto de avanzada que escudriñaba el inconsciente para desvelar las verdaderas razones que llevaban a sus aspirantes a monjes a emprender el arduo camino de la renuncia al mundo terrenal para servir a Dios. 

Las razones de Lemercier eran muchas y válidas. Él sostenía que cierto número de monjes y clérigos no tenía una verdadera vocación monacal, sino que se refugiaban en el monasterio para escapar del mundo, ocultar su verdadero “yo” y esconder su homosexualidad. Esos monjes y curas, psicológicamente trastornados en mayor o menor grado, desgraciadamente viven una tensión que se refleja en una neurosis permanente.  Para el benedictino era reconfortante ver cómo el psicoanálisis había resuelto conflictos y tensiones de sus monjes. 

Pero en Roma, a la presentación del psicoanálisis, el ala conservadora de los ultramontanos príncipes de la Iglesia vetaron el proyecto, se rasgaron las vestiduras, le quitaron su monasterio y le ordenaron no pensar, como en su momento lo hicieron con leonardo Boff, y recluirse en Bélgica. Argumentaron que las vocaciones las concede Dios, sin importar los motivos sanos o neuróticos que llevaran a una persona a tomar la decisión de recluirse, pues los caminos de Dios son inescrutables. 

Si los ultramontanos príncipes de la Iglesia no se hubiesen opuesto al innovador método del psicoanálisis para hacer aflorar las realidades ocultas de los que creen escuchar el llamado de Dios, muchos problemas que hoy padece la sociedad a causa de un error vocacional se podrían haber evitado: la pedofilia, la neurosis y el costo de oportunidad de no haber formado una familia.

Por lo pronto, la edad le gana al anciano Papa sin que le hayan permitido hacer cambios sustanciales en su Iglesia. Sin embargo, los desafíos y las luchas de poder persisten dentro del Vaticano y continúan siendo un tema de interés para entender hacia dónde va la Iglesia Católica. A medida que navega en estos desafíos, la búsqueda de la verdad y una reforma serán cruciales para su futuro.

“Herejía es otro término contra la libertad de pensamiento”: Graham Green

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *