“La democracia es el derecho de la gente para escoger a su propio tirano”.
James Madison
Poco después de las 7 de la tarde de ayer Mario Delgado, el presidente de Morena, salió a anunciar el triunfo de Claudia Sheinbaum a la Presidencia de la República. Lo hizo sobre la base de “nuestras encuestas”, pero nunca dijo quiénes las habían realizado ni cuáles habían sido sus metodologías; tampoco se molestó en citar los resultados precisos de esos ejercicios. Minutos antes Xóchitl Gálvez se había dicho triunfadora en la elección presidencial, sobre la base de una alta participación ciudadana y los supuestos triunfos de sus candidatos en entidades como la Ciudad de México, Guanajuato, Morelos, Yucatán y Veracruz.
Así es México. Aquí los políticos siempre se declaran ganadores después de un proceso electoral. Lo hacen sobre la base de unas encuestas que nunca tienen nombre ni apellido, que no divulgan metodologías, que ni siquiera ofrecen resultados precisos. Qué lejos estamos de los países democráticos en los que nadie, ni candidatos ni medios de comunicación, anuncian resultados antes de contar con información sólida sobre la base de encuestas y conteos rápidos. Aquí la declaración de triunfo no es más que un rito habitual en el momento en que cierran las casillas. Es un intento de madruguete, que no tiene ningún sustento en datos duros.
¿Quién está mintiendo? Alguien lo está haciendo, por supuesto, pero quizá todos caen en esa falta. Si no lo hicieran, entonces darían a conocer los nombres de las encuestadoras, los porcentajes del voto que les otorgan y las metodologías que se emplearon para los ejercicios. Nada de esto pareció importarles ayer a los políticos que declararon sus victorias unos minutos después del cierre oficial de las urnas, en un momento en el que incluso había todavía ciudadanos en fila esperando a sufragar.
Que no tenemos demócratas en nuestra clase política quedó de manifiesto en el discurso con el que Mario Delgado, el presidente de Morena, celebró el triunfo de Claudia Sheinbaum poco después de las 7 de la tarde. En lugar de buscar restañar las heridas, como se hace usualmente después de una elección tan divisiva como esta, para buscar una unidad que permita un mejor gobierno del país, Delgado afirmó: “El pueblo de México ha dado un salto hacia la complementariedad y el equilibrio, cerrándole la boca a una oposición diminuta, moral y políticamente; una mayoría clasista, racista y corrupta, cuyo único proyecto era malbaratar al país para quedárselo y entregárselo a los monstruos transnacionales”. Este discurso no solo es intolerante, sino también contradictorio. Momentos después de afirmar que la oposición quiere vender el país a los “monstruos transnacionales” se vanaglorió de que en el gobierno de López Obrador ha aumentado la inversión extranjera.
Xóchitl Gálvez ofreció una actitud de mayor tolerancia a los opositores. Pero también dijo: “Hago un respetuoso y enérgico llamado al presidente López Obrador para que respete el voto de los mexicanos. Esperaremos los resultados del INE para que ratifiquen el triunfo”.
Estoy entregando este artículo a las 9 de la noche, antes de que la consejera presidenta del INE, Guadalupe Taddei, dé a conocer los resultados definitivos de la elección. Cuando usted lea este texto tendrá una idea más clara de quién es la ganadora de esta elección. Yo lo único que puedo decir es que el comportamiento de nuestros políticos ratifica que no son realmente demócratas, que mienten abiertamente afirmando que son ganadores cuando no hay realmente información para afirmarlo. Quieren llegar al poder en una votación democrática, pero sin respetar realmente las reglas de una democracia.
Ciudadanos
Si bien los políticos son una decepción en este proceso electoral, los ciudadanos han sido nuevamente merecedores del mayor aplauso. Cientos de miles de compatriotas trabajaron todo el día sin paga para recibir los votos y contarlos. Sin duda habrá muchos errores, pero hay que estar agradecidos a estos ciudadanos que han trabajado para nosotros.
www.sergiosarmiento.com