‘El PAN perdió su hegemonía en Guanajuato”, dijo David Martínez esta semana. Aquello que por décadas él y más personas buscaban, se dio. Impensable, hasta impredecible, que el PAN, pudiera perder en el Bajío. Pero tenemos ahora otra realidad política, en medio de la misma realidad social que por décadas vivimos; un desarrollo industrial acelerado y una gran brecha entre ricos y pobres, con el crimen organizado que es tolerado por el gobierno federal. Pero en esta tierra de tradiciones religiosas y culturales, donde el siglo pasado vivimos la Cristiada fue donde el PDM y el PAN tuvieron sus mejores tiempos. Desde la apertura democrática en el País en los años noventa, y la pérdida de la hegemonía del PRI, el PAN obtuvo espacios de gobierno, y después de Baja California, Guanajuato tuvo a su primer gobernador de oposición y con ello, el partido azul gozó de tres décadas de hegemonía total.
¿Qué sucedió este domingo? Inevitablemente, el efecto de un fenómeno político que sacudió al País en el 2018 y que este 2 de junio llevó a Claudia Sheinbaum a la Presidencia. Un partido emergente que prometió redimir al pueblo con un fundador que se construyó como el Mesías que le salvaría. Con un sexenio populista donde AMLO priorizó la inversión social con un discurso que le decía a la gente lo que quería escuchar, supo que, desde una alianza con el crimen organizado, construiría una plataforma que duraría décadas. Y lo logró. En ese sexenio, Guanajuato hizo su tarea en generar riqueza, atraer inversiones y resistir los embates presupuestarios de la Federación y los ataques sistemáticos desde el Palacio Nacional.
La contienda electoral fue inequitativa y el proceso electoral, impecable. El PAN tuvo a nivel nacional una catástrofe electoral que no llegará al 20%. Aquí, Libia ganó las elecciones con una alianza que le fue relativamente útil; el agonizante PRD no tenía algo que aportar, en tanto que el PRI pudo darle alrededor de un útil 6% para lo que quizá sea su última votación con registro. Pero de quien se olvidó el PAN para hacer alianza, fue de la ciudadanía. Fueron décadas de cerrar sus padrones a nuevos militantes y de sostener una estructura nacional de cúpulas, donde no cabe la democracia. Fue la reforma de Anaya que evitó elecciones primarias, la que aseguró el control de la dirigencia y el olvido de las bases. Sus candidatos fueron los de siempre; insistieron en sostener a una generación del pasado, con edades de más de 50 años. En el Senado pudieron haber lanzado a una líder joven como la ganadora Kikis. Pero no, solo rotaron a los de siempre, a sus militantes, con años de no haber invitado a ciudadanos sin partido.
Hay por tanto una nueva geografía electoral y política en Guanajuato. Al PAN le quedan 6 años en el estado y en León, solo 3. Es poco tiempo. Les faltan cuadros jóvenes y una narrativa, traducida en plataforma, que retome los orígenes del panismo. En el País queda solo el “corredor azul” de Aguascalientes, Guanajuato y Querétaro. Vendrán andanadas de recortes presupuestales de la federación; tendremos encima el problema del agua y la inseguridad. Y al PAN solo le queda la apertura a la ciudadanía, la reinvención, la formación de nuevos cuadros de jóvenes y la inclusión en sus plataformas ideológicas, de la realidad social de las mayorías pobres. Se agotó la alianza con el empresariado y el esquema de participación de ellos en todos los consejos en detrimento del pueblo pobre.
Movimiento Ciudadano con su crecimiento acelerado en votación, amenaza con mayor captación de votantes como lo tiene en el vecino Jalisco y en los colindantes Altos. Es el mismo “mercado electoral” que el PAN. Tiene cuadros jóvenes y ha invitado a la ciudadanía a sus filas.
Por eso, el PAN tiene un desafío enorme aquí, después de la catástrofe nacional, donde desapareció de la geografía nacional. Terminó efectivamente, la hegemonía azul; en el Congreso tendrá que hacer alianzas y en Alcaldías, tendrá que lidiar en Ayuntamientos dominados por la oposición. La marea guinda de Morena se acerca por el corredor industrial y el PAN tiene poco tiempo para reinventarse y aprender de las lecciones que esta vez, sí se las dio la ciudadanía en las urnas.
RAA