La depreciación del peso no preocupa demasiado por el momento. Nuestra divisa ha perdido terreno, pero no por el triunfo de Claudia Sheinbaum, sino por la insistencia de aprobar una reforma que sometería el Poder Judicial al Ejecutivo. La caída ha sido de un 10 % desde antes de la elección, pero el peso se había fortalecido a partir de la pandemia que había preocupación por una sobrevaluación. La depreciación ha sido ahora un respiro para exportadores y beneficiarios de remesas.
La virtual presidenta electa ha buscado tranquilizar a los mercados: “Está sólida la economía mexicana… No hay ningún nerviosismo ni problema. La economía mexicana está muy sólida. [Hay] 34 mil millones de dólares planteados de inversión extranjera directa. Las reservas del Banco de México están bien. Entonces, se tiene que ajustar en su momento”.
Nerviosismo sí hay, por supuesto, y por eso Sheinbaum ha dedicado tiempo a tranquilizar los mercados. Es verdad que de momento no hay una inquietud fuerte. Lo que perdió inicialmente la Bolsa Mexicana de Valores lo ha recuperado; el peso no, después de su depreciación inicial, pero con las cotizaciones actuales no es un problema.
Sin embargo, la economía no ha crecido a pesar de todo el triunfalismo. Entre 2019 y 2023 el país tuvo una expansión de solo 0.9 % al año, la menor desde el sexenio de Miguel de la Madrid. El PIB per cápita es ligeramente inferior, 0.3 %, al que se registraba al terminar 2018. En 2023 hubo un crecimiento razonable de 3.2 %, en parte por un gasto público excesivo, pero se espera una desaceleración en 2024 y 2025.
López Obrador empezó su sexenio con un manejo prudente de las finanzas públicas. El déficit de presupuesto, que se cubre con endeudamiento, se mantuvo a niveles razonables en los primeros años de gobierno, con cifras de 2.33 % del PIB en 2019, 4.41 % en 2020 (por la pandemia), 3.8 % en 2021, 4.33 % en 2022 y 3.4 por ciento en 2023. Para 2024 el gobierno presupuestó un déficit de 4.9 % del PIB, pero en los Pre-Criterios 2025 se calcula ya un déficit tradicional de 5 %. Los requerimientos financieros del sector público, que es la medida más amplia del déficit, han subido a 5.9 %. Es el faltante presupuestario más importante desde la crisis de los años ochenta.
El gobierno llega a esta transición habiendo gastado ya todos los ahorros de sexenios anteriores en fondos y fideicomisos. El endeudamiento público ha aumentado de 10.8 billones de pesos en el cuarto trimestre de 2018 a 15.4 billones en el primero de 2024. La deuda externa se disparó de 95,698 millones de dólares a 220 mil millones de dólares. Además, Pemex está quebrada: tiene un pasivo negativo de 1.55 billones de pesos. La CFE, aunque ha logrado revertir las pérdidas de los primeros años del sexenio, no ha invertido lo suficiente en transmisión y generación, pero sí ha impedido nuevas inversiones privadas. Es verdad que la inversión extranjera se mantiene a niveles razonables, pero la mayor parte es reinversión. No están llegando capitales frescos.
La turbulencia financiera de estos días ha sido ligera. El problema serio vendrá después si el gobierno sigue gastando en exceso y obstaculizando la inversión privada. En otro período de partido hegemónico, cuando Luis Echeverría y José López Portillo gobernaron durante 12 años con desenfreno y sin contrapesos, la economía parecía ir de maravilla hasta que en 1982 se produjo el desplome que ocasionó la década perdida. No podemos darnos el lujo de olvidarlo.
Exilio español
Ayer se conmemoraron 85 años del arribo a Veracruz del Sinaia, lo que marcó el comienzo del exilio español en México. Los refugiados ofrecieron grandes aportaciones educativas, económicas y culturales. Cuauhtémoc Cárdenas reflexionó: “Los exilios enriquecen a los países de acogida”.
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