La visita de buques de guerra rusos a Cuba no fue la única demostración de fuerza del gobernante ruso Vladímir Putin en América Latina en días recientes: también obtuvo el apoyo tácito de México, Brasil y Colombia en una importante cumbre mundial sobre la guerra entre Rusia y Ucrania.
Los gobiernos de estos países estuvieron entre los pocos que se negaron a firmar el documento final de la cumbre de unos 100 países realizada en Suiza.
Una mayoría de 85 países, incluyendo Estados Unidos, Alemania, Francia, Gran Bretaña, Japón, Turquía y Argentina, firmaron el documento, que pide respetar la “integridad territorial” de Ucrania como base para cualquier acuerdo de paz entre Ucrania y Rusia.
Muchos diplomáticos occidentales consideran la posición de México, Brasil y Colombia un típico ejemplo de hipocresía política por parte de gobiernos de izquierda que a menudo critican las invasiones estadounidenses a Irak y Afganistán ocurridas hace dos décadas, pero se hacen los distraídos ante la invasión no provocada de Rusia a Ucrania hace apenas dos años.
Irónicamente, México, Brasil y Colombia estaban entre los 141 países que condenaron la invasión rusa de Ucrania en las Naciones Unidas en 2022. Pero, desde entonces, los presidentes de los tres países han ido girando cada vez más hacia una postura de neutralidad en el conflicto.
Los tres países latinoamericanos dijeron que se negaron a firmar el documento final de la cumbre, entre otras cosas, porque Rusia no había sido invitada a la reunión.
Pero Ruslan Spirin, el representante especial del gobierno de Ucrania para América Latina, me dijo en una entrevista desde Kiev que la reunión tenía como objetivo definir una posición común de los países para futuras negociaciones de paz con Rusia, y que Putin habría torpedeado la reunión.
“Ya llegaremos al momento de negociar con Rusia, pero ahora no lo era”, me dijo Spirin. “Queríamos llegar a las negociaciones con Rusia con una opinión conjunta.
Si invitábamos a Putin, hubiera simplemente dicho que somos todos rusófobos, que todos quieren invadir Rusia, o sea, las cosas que dice siempre”.
Spirin, quien según me dijo acababa de salir de un apagón eléctrico de varias horas debido a los bombardeos rusos, me dijo que los tres países latinoamericanos pueden haber girado hacia la neutralidad debido a la desinformación de los medios estatales rusos, que “han influido en la opinión pública y los gobiernos latinoamericanos”.
Además, podría haber motivos económicos, señaló. De hecho, México, Brasil y Colombia pueden estar beneficiándose de algunas sanciones económicas occidentales contra Rusia.
Las sanciones han hecho subir los precios mundiales de algunos productos agrícolas que exportan los países latinoamericanos. Y varios países de América Latina pueden comprar petróleo y fertilizantes rusos a precios más baratos porque Rusia no los puede vender en otras partes.
Brasil, por ejemplo, depende en gran medida de los precursores químicos rusos para los fertilizantes que son fundamentales para su industria agrícola.
De todos modos, es difícil entender cómo los gobiernos de México, Brasil y Colombia, que se ufanan de basar su política exterior en los principios de la “no intervención” y de la “soberanía”, puedan ahora proclamarse neutrales frente a la invasión no provocada de Rusia a Ucrania.
Respondiendo a la declaración del gobierno mexicano de que no había firmado la declaración de la cumbre porque Rusia no había sido invitada a la reunión, el ex embajador de México en Washington, Arturo Sarukhan, escribió en X, antes Twitter, que la explicación de México fue algo “alarmante” y “vergonzoso”.
Agregó que “con ese criterio, pues invitemos respectivamente a la Italia fascista y a la Alemania nazi a discutir su invasión a Etiopía y su anexión de Austria o su invasión de Polonia”.
Ryan C. Berg, un analista del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales de Washington, coincide en que el argumento de los tres países latinoamericanos para no firmar el documento final de la cumbre fue “una excusa poco convincente” que disimuló un apoyo tácito a Rusia.
Estoy de acuerdo. La próxima vez que los gobiernos de México, Brasil o Colombia pronuncien las palabras “no intervención” o “soberanía nacional”, resultará difícil evitar reaccionar con una carcajada.
@oppenheimera