Copiemos lo que funciona en el mundo y adaptémoslo a nuestro entorno y empezaremos a erradicar la pobreza, la ignorancia, el hambre, la desigualdad.

AMLO ha afirmado: “No tiene mucha ciencia gobernar, porque la política tiene que ver con el sentido común…”.

Para demostrar lo sencillo que resulta gobernar, volvamos a vacunar a toda la infancia, el sector más frágil de nuestra sociedad. Rescatemos la salud pública y trabemos alianzas con la industria farmacéutica para garantizar el abasto de medicamentos.

Pacifiquemos a nuestro país, casi 200 mil homicidios dolosos en el sexenio, más 50 mil desaparecidos, constituyen un atentado en contra del turismo y de la paz pública. Acabemos con la hemorragia financiera del huachicol. Comuniquemos al país construyendo obras de infraestructura inteligentes, orientándolo a la mejor conveniencia de los sectores económicos vitales de cara al comercio exterior y al interior, sin dilapidar el escaso presupuesto público en empresas suicidas que ya nacerán quebradas. Encarcelemos a los presupuestívoros, ¿no…? ¡Ah! Reconstruyamos el NAICM que implica la captación de 80 mil millones de USD, al año, según la IATA.

Para rescatar a 50 millones de mexicanos de la pobreza, tenemos que crear empleos productivos con sus respectivos derechos laborales, como el Seguro Social, el acceso a una vivienda, sistemas de pensiones, jubilaciones y un fondo de ahorros (sin que lo confisque el gobierno), entre otros beneficios más. Los beneficiarios de los programas sociales carecen de dichos derechos laborales… Para lograr lo anterior, se requiere estructurar un sólido Estado de derecho que haga valer las reglas del juego, que la ley sí sea una ley que garantice certeza jurídica a los inversionistas nacionales y extranjeros. Copiemos la estrategia de crecimiento económico diseñada por Salinas y Jaime Serra, en alianza con el sector privado.

La certeza jurídica solo adquiere solvencia política en el contexto de una auténtica democracia inalcanzable sin una evidente y eficiente división de poderes. ¿Quién invierte en Cuba o en Venezuela o en Nicaragua, países gobernados por execrables tiranos? El Estado de derecho, la democracia y la división de poderes solo se consolidan con un alto nivel de excelencia educativa, para lo cual se debe volver a imponer un sistema como el creado por Peña Nieto y Nuño, en beneficio de maestros, educandos y del país en general. ¿A dónde vamos sin técnicas y contenidos de vanguardia como los utilizados en Japón, Corea del Sur y Finlandia? Copiemos las claves del éxito sin complejos y midamos los resultados en el corto plazo.

Si gobernar no tiene ciencia, invitemos al sector privado a fundar universidades como Harvard, Yale, Stanford y Princeton, entre otros centros de formación vanguardista que preparen a sus alumnos de acuerdo a las altas tecnologías requeridas por las empresas modernas. Necesitamos convertirnos en el país mundial de las startup con tecnologías de la información y la comunicación (TIC), además de las fintech, instituciones financieras vitales para satisfacer los hábitos de los consumidores. Si las empresas modernas requieren de personal altamente capacitado y nuestras universidades no lo generan, desperdiciaremos oportunidades lucrativas para crear riqueza con la cual nutrir el gasto público, virtuosismo puro.

Para ser competitivos necesitamos utilizar energías limpias y baratas. Si en México algo sobra, es el sol y el viento y, además, son gratuitos… pues a aprovechar esas ventajas ya que el nearshoring nos ayudará a captar decenas de miles de millones de dólares y a crear miles de empleos si respetamos T-MEC, cuya violación atenta contra la columna vertebral de nuestra economía: un suicidio social. Pemex debe convertirse en una Exxon, Shell o British Petroleum con capital mixto y CFE en una NextEra Energy, en una Dominion Energy o en una Duke Energy, pero ¡ya! Las empresas públicas quebradas no pueden comprometer el futuro de México.

Debemos copiar las estrategias de prosperidad existentes en otros países. Ni siquiera necesitamos de políticos luminosos. Copiemos lo que funciona en el mundo y adaptémoslo a nuestro entorno y empezaremos a erradicar la pobreza, la ignorancia, el hambre, la desesperación y, sobre todo, la desigualdad, esa pavorosa bomba de tiempo. De ejecutar esas tareas realmente sencillas, estaremos empezando a construir el país que creemos merecernos…

Después de todo “gobernar no tiene ciencia, es de sentido común…”, el menos común de los sentidos, al menos, en México…

@fmartinmoreno

 

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