“El nacionalismo es una exageración del egoísmo particular”.
Fernando Savater
Recuerdo los tiempos cuando el terror agobiaba al País Vasco. Del 31 de julio de 1959, en plena dictadura franquista, hasta el 20 de octubre de 2011, cuando ETA cesó su actividad armada, los atentados fueron constantes y tenían el objetivo de convertir a Euskal Herria, las tierras vascas de España y Francia, en un estado independiente bajo un gobierno marxista.
ETA llevó a cabo miles de atentados, secuestros y asesinatos, principalmente de guardias civiles, policías y militares, pero también de jueces, políticos, periodistas, empresarios y académicos. Mató a 864, incluyendo a 22 niños. Lo curioso es que el nacionalismo vasco había surgido en el siglo XIX como un movimiento conservador y católico.
Hoy el País Vasco vive en tranquilidad y prosperidad. Al cierre de 2023, el salario medio era de 2,197 euros mensuales, el segundo mayor de España, rebasado solo por Madrid. El 61.7 por ciento de los vascos tiene estudios superiores, el mayor porcentaje en España. En el Índice de Desarrollo Humano de la ONU de 2023, la comunidad aparecía arriba de Canadá, en el lugar 18 del mundo, muy por encima del 27 de España. Es además un paraíso gastronómico: San Sebastián tiene la segunda mayor concentración de estrellas Michelin en el mundo.
Hay un fuerte sentido de identidad vasca. En 2024, 40 por ciento de la población dice sentirse tan vasco como español, 24 más vasco que español y 19 únicamente vasco. Solo 6 por ciento se siente únicamente español y 4 más español que vasco.
El partido más votado en las elecciones del pasado 21 de abril, con 34.82 por ciento, y el que más ha gobernado desde el retorno de la democracia en 1978, es el Partido Nacionalista Vasco, de centro, pero cuyo lema “Dios y la ley vieja” recuerda la defensa de los antiguos fueros locales. El segundo, con 32.13, es Euskal Herria Bildu, que incluye a nacionalistas de izquierda y extrema izquierda y a herederos de ETA. El Partido Socialista de Euskadi obtuvo 14.09 por ciento y el Partido Popular, de derecha, 9.18.
Imanol Pradales del PNV se convirtió en lehendakari, o presidente del gobierno, con apoyo de los socialistas. El 22 de junio juró su cargo ante el árbol de Guernica, símbolo de las libertades vascas, después de recibir la makila o bastón de mando de su predecesor, Iñigo Urkullo, también del PNV. Lo hizo solo en euskera: “En pie sobre la tierra vasca, humilde ante Dios y la sociedad vasca, bajo el roble de Guernica, con el recuerdo a nuestros antepasados”. No añadió la frase “con lealtad a la corona y con respeto a la Constitución”, como su antecesor.
Los gobiernos nacionalistas han promovido la lengua vasca o euskera. La población de euskaldunes, quienes entienden y hablan bien el euskera, pasó de 37.2 por ciento en 2011 a 43.3 en 2021. Si se incluye a quienes lo entienden sin hablarlo, la cifra sube a 62.4. Esto es producto del impulso al euskera en las escuelas. El 90.5 por ciento de los niños de 10 a 14 años son euskaldunes, pero solo 22.1 de quienes tienen 70 años o más.
Sabino Arana, quien fundó el PNV en 1895, afirmaba: “El vizcaíno [vasco] es emprendedor, el español nada emprende”. Para él, un gran número de españoles “parece testimonio irrecusable de la teoría de Darwin, pues más que hombres semejan simios, poco menos bestias que el gorila”. Muchos vascos piensan diferente. El filósofo Fernando Savater, nacido en San Sebastián, declaró en 2021: “El problema nunca fue el terrorismo, sino el separatismo y el nacionalismo.. La violencia fue una consecuencia, un subproducto: el problema es el cerretismo de los seguidores de Sabino Arana. El mal del País Vasco es el nacionalismo”. Pío Baroja, también nacido en San Sebastián, lo decía de otra manera: “El nacionalismo es una enfermedad que se quita viajando”.
Embestida
Las investigaciones de la UIF contra Carlos Loret de Mola y el hostigamiento a Humberto Padgett subrayan que el gobierno de AMLO está cerrando con una embestida contra los periodistas. Es inaceptable.
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