Si quieres encontrar los secretos del universo, piensa en términos de energía, frecuencia y vibración”.
Nikola Tesla
No conozco a Luz Elena González Escobar, aunque he escuchado buenas cosas de ella. Si bien ha ocupado varios cargos públicos desde principios de siglo, cuando ya colaboraba con Claudia Sheinbaum en la Secretaría del Medio Ambiente del Distrito Federal, no hay nada en su hoja de vida, desde su licenciatura en economía por la UNAM hasta su trabajo como secretaria de administración y finanzas de la Ciudad de México, pasando por su maestría en “gestión de la ciudad” en la “Universidad de Cataluña”, que revele un conocimiento concreto sobre el complejo campo de la energía. Es una lástima, porque si hay algún tema en el que el nuevo gobierno deberá distanciarse de los dogmas de López Obrador es el de energía. No basta con llamarse Luz.
La energía es un factor fundamental para lograr crecimiento económico, pero la ecuación se ha vuelto más compleja ante el calentamiento global producido en buena medida por la quema de combustibles fósiles. La simple fórmula de invertir en energía para producir expansión y prosperidad ya no es suficiente. Se necesita hacerlo con más inteligencia que nunca y el presidente no lo ha hecho. Sus grandes gastos en la refinería de Dos Bocas, alrededor de 20 mil millones de dólares, o en la compra de 13 generadoras viejas de Iberdrola, por 6,200 millones de dólares, que no aportaron un solo kilovatio nuevo de electricidad al sistema, han sido dos de los mayores desperdicios de recursos en un gobierno extraordinariamente despilfarrador.
Llama la atención que en el currículum que se dio a conocer ayer para la nueva secretaría de energía se haya señalado que obtuvo un máster en la Universidad de Cataluña. Hay varias universidades en esa comunidad, 12 para ser exactos, pero ninguna, que yo sepa, se llama así (https://universitats.gencat.cat/es/estudis-universitaris/universitats-catalanes/index.html). Está por supuesto la prestigiada Universidad de Barcelona y también la Universidad Autónoma de Barcelona. Quizá la información se refiera a la Universidad Politécnica de Cataluña o a la Universidad Internacional de Cataluña, esta última una pequeña escuela privada. También está la Universidad Abierta de Cataluña. Pero no, no hay una “Universidad de Cataluña”.
El alma mater de la maestra, por supuesto, es menos importante que su conocimiento sobre la energía. La decisión de AMLO de parar todas las nuevas inversiones privadas en electricidad, sumada a la ineficiencia de la CFE para completar a tiempo varias plantas nuevas de generación, solo han logrado que la demanda se acerque peligrosamente a los límites de la capacidad instalada. A esto hay que añadir que la paraestatal no ha hecho las inversiones necesarias en transmisión y distribución. Por eso hemos tenido ya apagones programados.
En petróleo, López Obrador prometió en 2018 que elevaría la producción de crudo de 1.8 a 2.6 millones de barriles diarios, pero en marzo de este 2024 la cifra se encontraba en un millón 595 mil barriles. En gasolina prometió que la nueva refinería en Tabasco produciría entre 300 mil y 400 mil barriles diarios. Es verdad que la refinería de Dos Bocas ya se inauguró, el 1 de julio de 2022, pero dos años después no ha producido un solo barril. El director general de Pemex, el ingeniero agrónomo Octavio Romero Oropeza, comentó apenas en mayo: “Son miles de componentes. Siempre falta un tornillo que no se apretó, siempre falta una pieza”.
La política energética ha sido uno de los mayores fracasos del gobierno de López Obrador. Se necesita luz para que en el próximo sexenio se revierta este desastre. Pero cuidado, porque la luz que se requiere es de inteligencia.
Salud
David Kershenobich, un prestigioso médico de 81 años, será el nuevo secretario de salud. Le tocará enmendar el fallido camino emprendido por AMLO que ha dejado una aguda escasez de medicamentos, deterioro en los servicios médicos y casi 300 mil muertes innecesarias en la pandemia de covid. No será fácil.
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