Hubo una vez un país, México, que crecía al 6% anual, con paz social, seguridad en las calles y un progreso sostenido que auguraba un futuro sin pobreza,… hasta que llegaron una runfla de políticos vividores, de todos los colores, que impulsando el modelo neoliberal, el populismo o mediante engaños perdieron la mesura para robar.
¡El Milagro Mexicano!, así se denominó al período postrevolucionario marcado por crecimiento, estabilidad económica y política, en general, un periodo excepcional en la historia nacional con la que el partido hegemónico (PRI) se legitimó en el poder.
“El Milagro Mexicano”, cito de Internet y de Wikipedia, se basó en la construcción de infraestructura para el bienestar social de la población mexicana, carreteras, escuelas, hospitales para los trabajadores y sus hijos y en políticas de gobierno nacionalistas que cuidaban los excesos de políticos y gobernantes y enfatizaban la construcción de un futuro que basado en el desarrollo ciudadano con sustento en la educación, fuera motivador de una convivencia social marcada por la seguridad, la paz y la tranquilidad. Este periodo comprende, de 1950 a 1970, aunque las bases se sientan a partir del gobierno de Manuel Ávila Camacho (año 1940), quién da continuidad al enfoque nacionalista del General Lázaro Cárdenas del Rio, a las estructuras corporativas y sindicales que dan control político y estabilidad a los procesos productivos, a los procesos sociales que acaban con el caudillismo y dan pie al recambio transexenal cuya base es la no reelección y a dirimir intereses personales y políticos por causes políticos basados en la negociación, acabando con la violencia imperante en el periodo postrevolucionario que termino con el asesinato de Álvaro Obregón al reelegirse y con el exilio del Presidente Plutarco Elías Calles a instrucción del General Cárdenas, al pretender dar continuidad a un mandato transexenal (apodado maximato) vía un presidente títere bajo su mando y control. El Presidente Lázaro Cárdenas del Río deja también una herencia de orgullo nacionalista que da cohesión y unidad a la sociedad mexicana, cuyo culmen fue la nacionalización de la industria petrolera (con el apoyo de USA, que quería a los europeos fuera de México).
En lo económico, El Milagro Mexicano se sustentó en una política nacionalista de crecimiento sostenido basada en la paz social, una paridad del peso fija, una política económica proteccionista que privilegiaba a las empresas nacionales y promovía la sustitución de importaciones con producción nacional; un dato no menor, fueron las leyes que protegían el sentido nacionalista de las empresas, restringiendo la inversión extranjera en industrias estratégicas (petróleo y generación de energía entre otras) y al limitar al 49% el capital extranjero con el que podían constituirse, buscando privilegiar el interés nacional y evitar o restringir que las utilidades y beneficios del sector productivo mexicano migre a los países de origen del capital extranjero en detrimento del crecimiento nacional.
De 1958 a 1970 México tuvo la fortuna de tener a un excelente Secretario de hacienda, Antonio Ortiz Mena, elegido por un Presidente nacionalista con sentido social, Adolfo López Mateos y reelegido por otro presidente nacionalista, manchado por los eventos de Tlatelolco pero un buen presidente, Gustavo Díaz Ordaz, que le dieron el espacio a su Secretario para implementar lo que llamó una política económica de “Crecimiento Estabilizador” que impulso el progreso nacional y dio continuidad al milagro mexicano, cito de Wikipedia: «El esquema de crecimiento que conjuga la creación de un ahorro voluntario creciente y la adecuada asignación de los recursos de inversión con el fin de reforzar los efectos estabilizadores de la expansión económica», conforme dicha política se formuló que «el Estado tiene la responsabilidad, conforme a las leyes básicas de la nación, de promover y encauzar el desarrollo económico», con el propósito de «aumentar los salarios reales» y «mejorar la participación de los asalariados en el ingreso nacional disponible».
Según esa concepción, el desarrollo económico consistía en «el aumento sostenido del volumen de producción por hombre ocupado; presupone básicamente un incremento en la dotación de capital que haga viable mejorar la productividad y el ingreso real de la fuerza de trabajo y mantener tasas adecuadas de utilidad»…
Como dato de contraste, estimado lector, durante la época de El Milagro Mexicano, el ahorro se fomentaba y era una fuente de financiamiento que beneficiaba a todos y daba seguridad al ahorrador; hoy se fomenta el consumo y el ahorro es una mala idea porque tu dinero pierde valor adquisitivo con el tiempo por las políticas económicas depredadoras (inflacionarias) que hoy prevalecen.
Así fue, estimado lector como México tuvo periodos de paz, seguridad y crecimiento sostenido durante el periodo denominado “El Milagro Mexicano”, cuya base, opino, estuvo marcada por políticos y gobernantes nacionalistas que privilegiaban el desarrollo nacional y el bienestar social sobre intereses personales y de grupo que hoy tienen a la República hundida en un caos económico, social, de inseguridad y político, dependientes en mucho de intereses extranjeros y con una clase política y empresarial que salvo honrosas excepciones, a través de alianzas con el crimen organizado y de inversiones faraónicas parece insaciable en su interés de lucrar con el dinero público y el trabajo ajeno. Una manera de contrastar el deterioro institucional y de gobierno está en la obra pública, un ejemplo las carreteras. Por circunstancias personales disfruté de vacaciones familiares viajando de Jalisco a Colima donde constaté que la (nueva) carretera a Colima, construida durante el período de Miguel de la Madrid (neoliberal), era de pésima calidad y llena de baches en contraste con la antigua carretera, hecha cuando ser ingeniero constructor era un privilegio que obligaba a construir obras de calidad y no como a la fecha, en dónde, salvo honrosas excepciones, obtener un contrato de obra pública, en asociación con políticos venales y gobernantes corruptos, es un camino fácil para enriquecerse poniendo materiales de segunda cobrándolos como de primera, inflando precios y pagando “comisiones” bajo la mesa; ¿no me crees?, estimado lector, observa las obras insignes y faraónicas (calidad y costo) de los últimos gobiernos, o los “negocios” de familiares, compadres y contlapaches de políticos y gobernantes de todos los colores…
¿Cómo regresar a construir de nuevo un milagro mexicano que nos brinde calidad de vida a los mexicanos?, antes que nada con una sociedad civil que organizada y empoderada exija resultados, honestidad y eficacia a una clase política y gobernante honesta, nacionalista y capaz que hoy no existe, en ninguno de los partidos, misma que habremos de construir y después, regresando al orden constitucional retornando e los soldados a sus cuarteles y reconstruyendo instituciones de seguridad, bajo mandos civiles, que nos garanticen paz y tranquilidad para trabajar con alegría y de forma productiva por nosotros, por nuestro México y por nuestras familias; finalmente, recuperando la soberanía nacional de manera que el trabajo y los recursos nacionales de los mexicanos, sean en beneficio de los mexicanos… ¡Así de sencillo!
Un saludo, una reflexión.