El pasado jueves estuvo Xóchitl Gálvez en Guanajuato Capital. Ante un auditorio de unas doscientas personas, se le vio serena, mostrando templanza, hablando con aplomo sobre su derrota, la cual puso en contexto y planteó un ejercicio de acciones futuras, basada en sus 16 millones de votos y una incipiente organización que cuenta, sin embargo, con más de dos millones de registros. No se quiere apresurar, desea escuchar con tranquilidad y atención las más variadas voces y críticas para tomar decisiones trascendentes, que ayuden al país.
Extraigo de esta experiencia la certeza de que no equivocamos el voto. Respaldamos a una mujer seria, con convicciones y dispuesta a liderar nuevos retos. No es una persona rendida ante la inequidad de la contienda, sino decidida a continuar, construyendo caminos con inteligencia y tesón. En estos momentos aciagos del país, su conducta asertiva es un soplo tranquilizador, en tanto se deciden nuevas acciones.
Pero hay otras manifestaciones que inquietan. El futuro de Guanajuato y del próximo gobierno están en riesgo. Las debilidades de Diego Sinhue, se revelan y preocupan. Sobre todo frente a una serie de recomendaciones plausibles que públicamente le formuló Xóchitl: Dejar gobernar a Libia y no estorbarle; que el gobierno local sea congruente y no imite al federal; que los diputados del PAN escuchen a los ciudadanos; tolerancia cero contra la corrupción; y que Acción Nacional se abra al voto de la ciudadanía para abandonar la partidocracia y renovar radicalmente sus cuadros directivos.
El gobernador en estas últimas semanas se nos muestra nervioso y opacado. Como siempre durante el sexenio, desde la oscuridad burocrática opera todo tipo de estrategias que evidencian corrupción y abuso de poder. Descarrila reformas legales anticorrupción; reparte nombramientos entre cuates; cumple compromisos vergonzosos; asigna contratos para la construcción de edificios a empresas amigas; otorga, bajo sospecha, concesiones de fin del sexenio que pueden significar moches multimillonarios… y para rematar rompen lanzas con la clase empresarial del estado, al intentar liquidar un fideicomiso que debe ser puntualmente auditado.
Con sorpresiva belicosidad, Diego convoca un nuevo fenómeno político: la formación de una contraélite, conformada por una extensa variedad de empresarios decepcionados del actual gobierno. Durísimo comienzo para la nueva titular del Poder Ejecutivo, que arribará huérfana de apoyos generosos y comprometidos. Solo la cercarán los arribistas que van por la obtención de privilegios.
Vemos un Sinhue irritable ante el fin de su periodo gubernamental, que mina el camino al poder de la nueva gobernadora. De pronto, se ha convertido en un potro cimarrón dentro de una cristalería, destrozándolo todo. Desde el inicio, los viejos políticos percibían sus limitaciones y defectos. Ni siquiera para alcalde de León se le notaban atributos, menos para gobernar el estado. Esta es una lección más del destino, que se debe de aprender: la democracia interna de un partido distribuye las responsabilidades de decidir una candidatura entre todos los miembros. El dedazo evidencia abuso de poder, y con el tiempo finca toda la responsabilidad de haber seleccionado un mal gobernante, en quien lo eligió por sí y ante sí. Quién así procedió debe de estar arrepentido.
Concluyamos con contundencia. Desde la cúpula del Poder Ejecutivo se ha creado una densa red de corrupción que solo tiene como objetivo intentar capturar el nuevo gobierno estatal para continuar esquilmando los presupuestos públicos. El lema de “Un nuevo comienzo”, significa un peligro a su continuidad. La mafiocracia ha decidido actuar rápido y con cinismo para asegurar, por lo pronto, la extracción del botín que cree merecer. El gobernador ya prepara su exilio dorado allende las fronteras del país. Aunque lo intentará, nunca podrá justificar su riqueza construida desde el poder en tan solo seis años. Se llevará el título del peor gobernador que ha tenido Guanajuato en lo que va del siglo XXI y será despreciado por sus coterráneos. Así se dibuja hoy su negro y amargo destino. Mientras tanto Xóchitl continuará su odisea recorriendo el país. Aunque aún no lo diga, va a tener que construir una nueva opción política. Eso está cantado.