Ayer con la calle de por medio, vi que me sonreías, porque te habían llenado de promesas. Te habían hablado de tantos cambios que estabas ilusionada a tope, y es que el prometer no empobrece, pero si alegra el corazón. Y mientras llega el desengaño, éste, se mantiene en un estado incierto a la espera, con el anhelo flotando en el aire como un perfume dulzón que se resistiera a disiparse con el viento.
Pero eso, supongo aún no lo experimentas tú, yo te contemplé sin hacer comentarios, porque a ver, dime, ¿qué me dirían si les platicara que la casa de enfrente me está sonriendo? Seguramente me verían con una mirada maliciosa, con duda, como si hubiera dicho un disparate, pero tú bien sabes que no. Así que de acera a acera, te observé como a una quinceañera a la que le hacen la prueba del peinado, y espera el gran día escuchando un vals en sus pensamientos, flotando entre nubes viajeras.
Sí amiga mía, te llenaron de promesas, arrancaron las jacarandas que habían invadido tu patio entre las juntas de las losas. En poco tiempo cercenaron sus incipientes troncos con la experiencia de un verdugo, yo las vi partir mostrando las huellas de los filos, chorreaban savia en señal de paz, incolora, blanca como la leche. Daban tumbos confundidas entre el breñal, en esa camioneta vieja, agitaban sus ramas en señal de despedida incierta pues desconocían su destino, y te agradecían el hospedaje.
Seguramente ellas, sí se marchitarán como las promesas no cumplidas, se sepultarán en la espera y en el tedio en un baldío, o probablemente, en el mejor de los casos, arderán en un fuego alegre que las calcinará por completo y entonces llegarán al cielo.
Pero contigo es diferente, te lo pusieron por escrito, un permiso de la autoridad en una de tus columnas, silencía las malas lenguas, esas que juraron que te ibas a caer a pedazos, las que pronosticaron que estas lluvias de julio te llenarían de goteras y de humedades, y que con falsa pena dijeron lamentar tu deterioro. ¡Qué bueno que no las oíste cuchichear a tus espaldas, ni sentiste el desprecio de sus comentarios descalificadores que te hubieran hecho mella profunda!. Porque te hubiera dolido, sin duda, aunque no se haya especificado aún en cual dependencia de tus instalaciones, tienes ubicado el corazón.
Han sacado escombro y basura, abrieron puertas y ventanas, y con el viento de la lluvia, las promesas frescas entraron recorriendo hasta el último rincón, remolinearon dando vueltas con júbilo como golondrinas viajeras. Entonces, se azotaron las ventanas, y a mí me pareció escuchar el sonido de un aplauso prolongado, más ellos, los prometedores no lo escucharon, prestos las cerraron de nuevo y pusieron los pasadores. Pero era demasiado tarde para echar atrás, porque la ilusión dentro de ti, se rehusó a partir y corrió de un cuarto a otro escondiéndose de sus miradas, cambiando de sitio hasta que no supieron dónde buscarla y pensaron que había salido a la calle, pero no fue así, pues te habita desde entonces, desde ese pasado día.
Ayer vi que sonreías, y me dio tanta alegría que te devolvieran tu dignidad de antaño, que yo me sonreí contigo, con empatía como si me contaras tu versión de los hechos y tus palabras salieran atropelladas por la nueva verdad, tú sabes que hay lenguajes que no necesitan palabras, aunque no todos suelen comprenderlos. Te juro que si tuvieras brazos, me hubiera cruzado y te hubiera extendido los míos para platicarte con mi corazón, mas solo te miré dejándote ver mi alegría silenciosa. Avanzó hacia ti, ajena a mi cuerpo que seguía sentado en la banca, la vi enredarse con tus promesas, envolviéndote como una nube que te cubrió por entero.
Así te dejé, protegida por mis mejores deseos, esperando al igual que tú, que todo se realizara como te lo habían dicho, después me despedí volviendo tras mis pasos dejándote con tus ensoñaciones.