Después de los desastrosos resultados de la coalición opositora, PRI, PAN, PRD, del 2 de junio, los partidos en comento quedaron en estado de shock: Nunca pudieron conectar con el electorado, perdieron la identidad y no recuerdan quiénes son. Actualmente, en cada dirigencia, se reparten culpas, se acusan unos a otros, hay linchamientos y juicios sumarios, mientras los líderes disfrutan de su generoso autorregalo de las curules como senadores plurinominales.
El PRD ya perdió su registro, el PRI de Alito está tan débil que este pudo secuestrarlo de manera gansteril; en el PAN no acaban por entender qué fue lo que pasó y se pierden en soliloquios; pero Markito, otro miembro del clan de innombrables, ahora quiere dejar en la dirigencia al diputado Jorge Romero, un incondicional del mismo mecate de Ricardo Anaya. Pero no abren el partido a la sociedad civil, ni siquiera a la militancia; la soberbia rebasa una mea culpa.
Así las cosas, los partidos perdieron total identidad, se difuminaron y se hicieron chiquititos. Son partidos sin causa ni ideología, agencias de colocación de empleos y, en los círculos de control, disfrutan del jugoso negocio que estos representan. El PRI, en los siguientes ocho años que piensa perpetuarse Alito, recibirá 12 mil millones de pesos, si aún existe. No importa que desde las últimas elecciones presidenciales, donde ganó en el 2012, y las actuales del 2 de junio, el PRI haya perdido 13.7 millones de votantes.
Alito Moreno entregó los peores resultados desde que existe el tricolor, circunstancia que no le impidió apoderarse del partido como si fuera un merecimiento por el gran triunfo de la batalla; el PRI, ya sin fuerza, se entrega sin oponer resistencia alguna, dando muestra de su estado terminal.
En el sistema de partidos en México, el catastrófico apocamiento del PRI y el PAN, con su pérdida de doctrina e identidad, dejan en la orfandad política a las clases medias, medias altas conservadoras; es decir, estos partidos que se extinguen como pálidos cirios que languidecen, dejan un hueco en el “centro ideológico”.
Así las cosas, el actor mexicano Eduardo Verástegui, consciente de la necesidad de llenar ese vacío, afirma que formará un partido el próximo año donde se vea representada la derecha conservadora en México. El fundador del movimiento ultracatólico “Viva México” afirmó que ningún candidato representó a la derecha en las elecciones presidenciales del 2 de junio en México. “Basta de derechitas tibias y cobardes”. Agregó: “Podemos cambiar las cosas. Sí se puede, eso ya lo demostró Argentina, con Javier Milei, y El Salvador, con Nayib Bukele”, afirmó Verástegui, quien tiene una gran cercanía al expresidente Trump.
La urgencia de un partido de “centro” está latente, el PAN ya no representa a la derecha, es por ello que existe un consenso en medios políticos y sociedad civil de conformar un nuevo partido de derecha para hacer contrapeso a la izquierda progresista de Morena, que podría quedarse en el poder por décadas.
El Frente Cívico Nacional, la “Marea Rosa”, va en camino de consolidarse como partido y ya celebró su primera asamblea para constituirse como tal; ahí se dieron cita sociedad civil y políticos que han abandonado las filas de las fuerzas tradicionales del país. Entre ellos, los experredistas Carlos Navarrete, Guadalupe Acosta Naranjo, el panista Gustavo Madero, el senador Emilio Álvarez Icaza y el excandidato a la jefatura de Gobierno, Santiago Taboada, entre otros.
Actualmente, el PAN ya no es un partido de derecha, su pragmatismo lo rebasó y abandonaron sus principios. Prueba de lo anterior fue su candidata a la presidencia, Xóchitl Gálvez, que enarboló banderas que causaron tensión entre los panistas tradicionales: a favor del asistencialismo, socialismo, de la marihuana, del aborto y de los más amplios derechos para la comunidad LGBTI. ¿Dónde está el pensamiento de derecha que representa a los conservadores? Los aspirantes a dirigir el PAN afirman que fue un error histórico aliarse con el PRI.
Con la dispersión del PAN en el espectro ideológico de centro, una parte importante del electorado mexicano se siente en la orfandad política. Entonces, para llenar el hueco ideológico de centro derecha y dar voz a esos millones de personas, es urgente la creación de un partido vigoroso de derecha que represente a la clase conservadora de México.
Después de la derrota del PAN en el 2018, Felipe Calderón y Margarita Zavala ya visualizaban la necesidad de un nuevo partido de “centro derecha”, aunque fallaron en su intentona en el caso de México Libre, en 2019. Pero ahora, es claro que hay un vacío de oferta conservadora, por lo que las condiciones están dadas para una reconfiguración del espectro político y restituir la oposición en México: El PRI de Alito se convertirá en aliado de Morena; así las cosas, MC ocupará su lugar. Entonces, el vacío lo deja el PAN con el abandono a la derecha conservadora que históricamente representó. ¿Quién será la oposición en México?
LALC