El atentado en Pensilvania y el deterioro físico de Biden y pueden impulsar a Trump a la Casa Blanca, pese a sus crímenes y condenas pendientes.
Los republicanos radicales ya tienen su MÁRTIR y nadie los podrá detener.
Ni siquiera coreografiado les pudo haber salido tan bien a los republicanos MAGA y a su candidato, Donald Trump, el fallido intento de asesinato que éste sufrió y del cual salió con una herida muy leve en la oreja que le permitió a la vez derramar sangre y salir del escenario airoso con el puño levantado y gritando “¡sigamos luchando!”, ante una multitud estupefacta y al mismo tiempo encolerizada, ya que hubo víctimas inocentes: un espectador muerto y dos heridos en condición crítica hasta ayer.
No le deseamos mal a nadie, ni siquiera a Trump, de manera que -por supuesto y al igual que el Tío Joe Biden– condenamos cualquier tipo de violencia, como el intento de asesinato, afortunadamente fallido, perpetrado por el joven Thomas Matthew Crooks, el sábado en Butler, Pensilvania.
Debe decirse, no obstante, que esta clase de actos de violencia se generan a partir del discurso de ODIO y polarización que individuos como Trump promueven en el ámbito político generando ODIO y rencor, fomentando la DISCORDIA y no la CONCORDIA en la sociedad.
Por supuesto que Trump no es el único, el discurso de odio y de división social se da en muchas partes del mundo -incluyendo México- y parece ser la moda del momento, pese a lo inmoral que resulta, pues nada ni nadie que DIVIDE a una Nación puede ser provechoso para ésta.
Esto es, sacar raja política volteando a un sector de la sociedad en contra de otro, en el caso de Trump calificando a los migrantes -especialmente a los mexicanos- como “asesinos y violadores”.
No fue un migrante, ni un afroamericano, ni un musulmán, ni siquiera un extranjero, el que atentó contra la vida de Trump, sino que se trató de un joven blanco de 20 años registrado como republicano (o sea, uno de su mismo gremio) quien tomó el rifle AR-15 de su padre y salió a cobrárselas por su cuenta.
Como Crooks resultó abatido por francotiradores del servicio secreto, no hay forma de saber a ciencia cierta qué lo motivó, pues murió al instante de varios tiros en la cabeza.
Lo que lo haya motivado resulta una medida extrema, propia de los esquizofrénicos frustrados que se llenan de rencores y culpan a todo mundo -casi siempre- de su infortunio.
Como consecuencia se genera en las sociedades afligidas por este tipo de discurso político un ambiente de desconfianza, de intolerancia, de resentimiento hacia otros sectores de la misma sociedad que en ciertas condiciones puede desbordarse.
Por otra parte, y lamentablemente, existe en la sociedad norteamericana una “tradición” de cobrarse percibidas afrentas en la persona de sus LÍDERES: desde Abraham Lincoln hasta John F. Kennedy, pasando por Ronald Reagan, a quien un tal Hinckley hirió.
Pero hay más: a Teddy Roosevelt lo hirieron en el tórax y éste famosamente continuó su discurso por un buen rato; James Garfield y William McKinley no fueron tan suertudos.
Adicionalmente, hubo intentos de atentado contra Franklin D. Roosevelt y Harry S. Truman.
Por lamentable que haya sido el hecho del sábado no significa que los republicanos y su candidato eviten sacarle provecho político.
“Dios me salvó”, exclamó Trump tras el rozón, de manera que no se extrañen si comienzan a escuchar en su discurso algo así como “Dios me escogió porque quiere que yo salve a ‘América'”.
Por supuesto que al mismo tiempo buscarán la forma de CULPAR de este atentado a los demócratas y alegarán que por órdenes del Tío Joe Biden la actual Administración no le proveyó a Trump “adecuada protección”.
Este hecho del sábado en Pensilvania, sumado al visible deterioro físico de Biden, sin duda posee el potencial de generar una sinergia que en noviembre lleve a Trump a la Casa Blanca.
Ello sin importarle a nadie todas las fechorías por él cometidas y de las cuales ha sido juzgado y convicto, aunque aún no sentenciado.
(El caso de los pagos secretos a la estrella de porno, Stormy Daniels, con quien Trump tuvo un encuentro estando casado ya con Melania Trump, caso que tiene que ver no con la inmoralidad de su conducta, sino con el origen del dinero empleado para silenciar a Daniels, violando las leyes que rigen las finanzas de campaña).
Es acusado, también, de otros delitos por los que no ha sido aún juzgado -y quizás a como se ven las cosas- no sea ya juzgado jamás.
En fin, pobres de nuestros vecinos: para dirigir la gran potencia que es su país les dan a escoger entre un SINMENTE y un DEMENTE.
Aunque debe decirse que el demente es uno de los políticos más suertudos del planeta, esto por escasa pulgada.