Una aparentemente simple reforma al Poder Judicial mantiene en vilo la estabilidad de un país completo, pero no es cualquier reforma porque se trata de una que es absurda e incongruente, que espanta a todo mundo y en especial a inversionistas y a los mercados financieros, nacionales e internacionales.

El contrapeso a este tema que se pretende construir con el nombramiento del Gabinete Ejecutivo para el Gobierno de Claudia Sheinbaum, primero tuvo un efecto refrescante, pero sucumbió con el empecinamiento en la pretendida reforma al Poder Judicial.

La virtual presidenta de la República primero trató de atenuar el impacto que tenía la reforma al decir que esta debía ser analizada, pero sucumbió finalmente a la orden del trono que aún tiene el poder.

¿Pero cuál es la reforma? Se trata nada más y nada menos que cambios a 16 artículos constitucionales, en los que podrá haber elementos aceptables y hasta positivos, pero el trasfondo es la designación, por elección popular, de magistrados, ministros y jueces de distrito.

Se pretende acortar los plazos en veredictos de jueces, magistrados y ministros, en un tiempo no mayor a seis meses, y está bien, para una justicia pronta y expedita (y está bien, pero tendría que eliminarse el riesgo de sentencias al vapor).

Se busca crear un Tribunal de Disciplina que cuide tales plazos de resolución, entre otras funciones, y puede estar bien, aunque el Poder Judicial ya cuenta con órganos de autocontrol.

Una reforma que implica otras modificaciones a leyes secundarias, como la Fiscal, es la que pretende eliminar las pensiones ‘millonarias’ y vitalicias (todas las pensiones son vitalicias) a los ministros ‘en retiro’, y está bien que se disminuya el monto, mas no la pensión misma.

Pero, volvemos al pero, el voto popular, la democracia, no es un sistema ni un modelo perfecto, sino perfectible, cuando se trata de elegir a nuestros gobernantes, y si no es perfecta en ese caso, menos lo será para elegir a profesionales, a ejecutivos, a especialistas en cualquier ramo.

Hay miles de ejemplos, pero uno que me gusta es que, si se requiere una operación, de vida o muerte, para un familiar (y aunque no lo fuera), yo quiero al mejor cirujano, con capacidad probada, y que no me vengan que el que la va a hacer es uno que es el más guapo de entre todos los doctores.

Los seres humanos somos tan incongruentes que elegimos como sacerdote a quien nació para blandir la espada, parafraseando a “Juego de Tronos”, pero agrego que no podemos elegir a un impartidor de justicia que nació para ser el mejor herrero o el mejor albañil.

Este gobierno incipiente comienza a quitarse la máscara, pero no deja de escenificar una comparsa, una tragicomedia, con la consulta para discutir la reforma al Poder Judicial.

El otrora defensor del orden constitucional, incluso ante sus correligionarios, el senador Ricardo Monreal, ahora muestra su cara al decir que Morena trae el respaldo del mandato popular del 2 de junio “que votó por la elección de magistrados, ministros y jueces de distrito”.

Monreal dejó en claro que sí, que se va a escuchar a las “minorías” (legislativas), pero que la reforma (y todas las que quieran) ya está marcada, ya está indicada por el mandato del pueblo.

LALC

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