Aunque la noticia de Biden de hacerse a un lado es Buena, la de la candidatura de Kamala no lo es.
Como maldición, más que como buen augurio, el proverbio chino afirma: “¡Que vivas en tiempos interesantes!”
Y vaya que sí se nos está cumpliendo a la raza humana, prácticamente en todo el planeta, la profecía: hagan de cuenta que “Godzilla” anda suelto, destruyendo lo que se encuentra a su paso.
Como ustedes bien saben, nuestro México mágico no puede sustraerse de su entorno, la globalización y la interdependencia que ésta ha creado y nos hace presa de acontecimientos externos.
Mentes más sanas que la del “Tío” Joe Biden lo convencieron de que su principio de Alzheimer, o demencia senil, lo convertía en no apto para competir por la presidencia contra Donald Trump, cuya lengua debería ser clasificada como “Arma de Destrucción Masiva”.
Era, por lo tanto, el deber del Presidente de hacerse a un lado.
Ayer Biden anunció que no aceptará la nominación de su partido: esta es la Buena noticia, pues de no hacerlo el triunfo de Trump se tornaba en sumamente probable, con todo lo que esto significa: entre otras cosas, que agarre a México de piñata un día sí y el otro también, convirtiéndonos en su blanco favorito para culparnos de los males que aquejan a la sociedad norteamericana.
Además, nos culpa de la epidemia de drogas, de mandarles “millones” de violadores y asesinos, de QUITARLE empleos a norteamericanos, de confabularnos con China para destruir empresas norteamericanas.
Su discurso, que es el mismo de siempre, es xenofóbico y particularmente antimexicano.
Aunque nuestras autoridades máximas, que a veces parecen mínimas, afirman que “se nos respeta”, ello evidentemente no el caso.
Trump no nos respeta: nos amenaza, afirma que le gira órdenes a nuestros gobernantes y que, si no obedecemos, nos destruirá, por lo menos comercialmente.
Pero, volviendo al tema: aunque la noticia de que el “Tío” Joe abandona la carrera presidencial es Buena, aunada a ésta viene otra que no es tan Buena: pretende dejarle la candidatura a su vicepresidenta, Kamala Devi Harris.
Esta no es una Buena noticia. Kamala Harris, fuera de ser demócrata, no posee las virtudes básicas para convertirse en líder del mundo libre.
Tiene la señora demasiados “estraiks” en su contra, siendo el principal de que -afirman- tiende a ser FLOJA: no lee los documentos “briefing papers” que le preparan para que se instruya en los temas más importantes del momento, mostrando cierta deficiencia en política exterior.
Kamala Harris tiene 59 años, su madre es indú y su padre un afro-americano de descendencia jamaiquina. Estudió leyes y, durante siete años, hasta el 2011, fue Fiscal General de la Ciudad de San Francisco.
Durante su ascendente carrera dentro del aparato democrático californiano se le acusó de haber escalado puestos gracias al patrocinio de Willie Brown, influyente político demócrata afroamericano, quien además, era SU NOVIO, (claro, esto antes de haberse casado con Doug Emhoff en el 2014).
Siempre se le ha imputado de haber gozado de favoritismo para escalar puestos, llegando a Fiscal General de California y, posteriormente, a SENADORA por California.
Como Senadora, Kamala destacó lidereando un grupo de demócratas que cuestionaban diferentes leyes promovidas por el Gobierno de Trump. Sus audiencias llamaron la atención, pues se presentaba como defensora de derechos de minorías, incluyendo la comunidad LGBT.
En el 2021, Biden la propuso como vicepresidenta y el Partido Demócrata la nominó, ganando los delegados y el puesto.
En dicho puesto se ha desempeñado modestamente, sin destacar ni abanderar causas destacadas o pronunciar discursos memorables.
A como se miran las cosas en la actualidad, siendo Buena la declinación de Joe Biden, quien padece -obviamente- de dispersión caprina (se le van las cabras), la posible llegada de Harris no garantiza una mejora en encuestas ni una clara opción para vencer a Trump.
Fuera de representar a las mujeres, Kamala Harris carece de la contundencia de medirse al tú por tú con un individuo como el republicano, quien seguramente la atacará sin misericordia: con ella de contrincante podremos esperar que el discurso xenofóbico de Trump se acentúe aún más, polarizando a los vecinos y dañando a México, su villano favorito.