“México mágico” es como define “El Bart” a nuestro país. Este individuo es el asesino confeso que intentó matar al periodista Ciro Gómez Leyva. En la entrevista que le hace la activista y creadora de contenido, Saskia Niño de Ribera, él califica al sistema de justicia como ineficiente al mencionar las frases: “Cuántos periodistas han muerto y no han agarrado a nadie”, “Así funciona esto”. Con lo cual, los atentados a periodistas parecen tener luz verde. Este es un punto muy grave, ya que alienta a que ese delito sea visto como una acción permitida sin consecuencias.

Aunque México cuenta con la instancia federal del Mecanismo de Protección para Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas, es el país más peligroso de Occidente para ejercer la profesión de periodista.

La atención a esta problemática tiende a centrarse en la víctima que recibe el ataque. Mientras más famosa es en el medio, más mediática se vuelve la noticia. Quizás nuestro enfoque tenga que ampliarse y ver también a la otra parte, que son quienes ejercen los crímenes. ¿Cómo emerge la figura del sicario? ¿Qué lo motiva o qué lo lleva a ejercer esos delitos?

El sicario es, por lo general, un joven que mata por encargo y por lo cual recibe una recompensa. En la gran estructura organizacional con la que ya cuentan los grupos delincuenciales, un reconocido cártel reveló que el nivel más bajo lo ocupan aquellos que se desempeñan como halcones, narcomenudistas y sicarios. Dicho grupo ganaría entre 20 mil y 50 mil pesos al mes. El asesinato por encargo se puede convertir en una forma de vida para ganar dinero y obtener un reconocimiento social al que aspiran muchos jóvenes.

Según estudiosos del tema, estos grupos de personas empiezan a desarrollar, desde muy jóvenes, una apatía total ante la vida, ya que no ven un buen futuro para ellos y no encuentran oportunidades para poder vivir de una manera digna. Así también viven una desvalorización personal que les impide encajar en contextos sociales favorables, careciendo de un sentido de pertenencia. Todo esto conlleva a perderle el temor a morir.

Un estudio realizado en México por la doctora Arcelia Vázquez, basado en entrevistas a un grupo de sicarios reclusos, logró identificar cuatro diferentes perfiles de sicarios, de acuerdo con sus rasgos de personalidad, valores y motivación criminal. Así la clasificación:

  1. Sicario marginal. Carente de educación, manipulable, con pocas oportunidades de trabajo. No le importa la ilegalidad con tal de tener ingresos económicos.
  2. Sicario antisocial. Se desarrolla en ambientes donde el crimen es común, como pandillas y drogas, y con poco respeto a las normas sociales. Usa la violencia para sobrevivir. Son personas con rasgos desafiantes y oposicionistas que se van desensibilizando con sus actos.
  3. Sicario psicopático. Cuenta con rasgos psicóticos como tener un encanto superficial, frialdad emocional, narcisismo y una gran capacidad de manipulación. No siente culpa, ve sus acciones como simple trabajo.
  4. Sicario sádico. Realiza torturas y ejecuciones. Destaca por su frialdad, crueldad y placer en su realización. Su motivación es de carácter psicológico, saciar sus pulsiones de odio y venganza al provocar el mayor sufrimiento a sus víctimas.

No obstante, la importancia de la problemática, no existen muchos estudios sobre el tema para enfocarse en estrategias para su tratamiento y prevención. Lo más grave es que, ante la falta de oportunidades, el ambiente violento en el que se vive, la pobreza y necesidades sin atender orillan a muchos jóvenes a optar por esta alternativa.

LALC

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