“Venezuela no se suicidó, la mataron”.
Stephanie Henaro
Casi parecería que Nicolás Maduro, en busca de su tercer mandato consecutivo como presidente de Venezuela, pidió la asesoría de Manuel Bartlett para organizar la elección presidencial de este 28 de julio.
El árbitro del proceso ha sido el Consejo Nacional Electoral (CNE), controlado por el gobierno. A la candidata más popular, María Corina Machado, le negó el registro; también rechazó a su sustituta, Corina Yoris, hasta que finalmente aceptó al diplomático Edmundo González Urrutia.
El CNE y el gobierno hicieron todo lo posible por impedir el voto de los venezolanos radicados en el exterior; de 7.7 millones, solo permitieron el empadronamiento de 69 mil. Rechazaron, además, la presencia de observadores internacionales. Sin embargo, todas las encuestas previas serias daban a González Urrutia una amplia ventaja.
Al CNE, como a Bartlett, se le cayó el sistema por un supuesto ataque informático al empezar el recuento de las actas. La difusión de encuestas de salida está prohibida. Los resultados oficiales se dieron a conocer pasada la medianoche, pese a que que las casillas cerraron a las 6 de la tarde, una demora inusual para un sistema de voto electrónico. La información, sin embargo, no incluía los datos de todas las actas.
El CNE le dio el triunfo a Maduro, supuestamente con 80 por ciento de las actas escrutadas, con 51.2 por ciento de los votos contra 44.2 por ciento de González Urrutia, pero María Corina dijo que ella tenía 40 por ciento de las actas y que ofrecían un panorama muy distinto: “Todas las que transmitieron las tenemos y toda esta información coincide en que Edmundo obtuvo el 70 por ciento de los votos de esta elección y Maduro el 30 por ciento de los votos. Es la elección presidencial con la mayor diferencia de la historia”. Sin embargo, ayer por la tarde el CNE declaró el triunfo definitivo de Maduro.
Los cuestionamientos han venido de muchos países y organizaciones. El secretario de Estado de la Unión Americana, Anthony Blinken, exigió que “cada voto sea contado de forma justa y transparente. Llamamos a las autoridades electorales a publicar el recuento detallado de votos para asegurar la transparencia y rendición de cuentas”. El presidente chileno Gabriel Boric, de izquierda, dijo en un comunicado: “El régimen de Maduro debe entender que los resultados que publica son difíciles de creer.
Exigimos total transparencia de las actas y el proceso, y que veedores internacionales no comprometidos con el gobierno den cuenta de la veracidad de los resultados. Desde Chile no reconoceremos ningún resultado que no sea verificable”. En cambio, Rusia, China e Irán felicitaron a Maduro por su triunfo; el presidente ruso, Vladimir Putin, incluso lo invitó a visitar Rusia.
El presidente López Obrador no felicitó de inmediato a Maduro, pero sí manifestó ayer su inclinación de hacerlo: “Si la autoridad electoral confirma esta tendencia, nosotros vamos a reconocer al gobierno electo por el pueblo de Venezuela, porque así es la democracia”. Supongo que ahora que el CNE ha declarado vencedor oficial a Maduro lo felicitará. No sorprende. López Obrador nunca ha sido un demócrata.
Ayer se registraron protestas en Venezuela por el fraude electoral. Es difícil saber si se generalizarán. Algunos recordaron, sin embargo, que el dictador Marcos Pérez Jiménez organizó un plebiscito el 15 de diciembre de 1957 para ratificar su reelección como presidente, aunque lo prohibía la Constitución. Según la autoridad electoral, la mayoría de los participantes aprobaron la reelección. Después de varias semanas de manifestaciones en su contra, sin embargo, Pérez Jiménez fue depuesto por las fuerzas armadas el 23 de enero de 1958, 39 días después del plebiscito.
El sábado
Dice AMLO que “el sábado ya empieza a producir completo toda la refinería de Dos Bocas. Va a producir como 250 mil, 260 mil barriles de gasolina diarios”. No es la primera vez que lo promete. La refinería fue inaugurada el 1 de julio de 2022. Ya sería oportuno que empezara a producir.
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