Dice la leyenda (no la historia) que Juan Ponce de León descubrió Florida al buscar la fuente de la juventud.
Y cómo no, si Ponce de León tenía 39 años en 1513 cuando llegó a Estados Unidos, cuando la expectativa de vida era de 30 años.
El explorador ya veía cerquita a la calaca… y no se equivocó. Murió 8 años después, a los 47. Todo un anciano…
Y aunque hoy la expectativa de vida global ronda los 70 años (76 en México y 85 en Japón), nuevos exploradores siguen buscando la fuente de la juventud.
Pero no creas que de un tirón pasaremos a vivir mil años.
El gerontólogo inglés Aubrey De Grey explica en una charla de TED el concepto de la “velocidad de escape de la longevidad”.
La clave es la tasa gradual de mejora.
Si avances científicos extienden la expectativa de vida de 80 a 100 años, en esas dos décadas adicionales se pueden dar mejoras que la extiendan a 130. Ya se ganaron 30 años más. Y en este tiempo, ¡más mejoras!
Y así sucesivamente…
Según De Grey, la solución vendría de ¡ratones! De algo que llama “rejuvenecimiento robusto ratonil”.
“Un ratón vive 3 años. Dejamos que vivan 2 años y luego les hacemos muchas cosas y llegan a vivir 5 años”, comenta. Vaya, en humanos sería como si un tratamiento a los 53 te permitiera vivir hasta 135″, explica.
La meta de mil años quizá sea una vacilada, pero el concepto es válido.
De hecho, billonarios tecnológicos ya invierten plata para buscar extender la vida, lo que se conoce como longevity biotech.
Por ejemplo, Sam Altman (de OpenAI) invirtió 180 millones de dólares en Retro Biosciences, una empresa que busca prolongar la vida humana en 10 años saludables a través de rejuvenecer la sangre. Haz de cuenta Drácula pero en roedores, porque resulta que experimentos han probado que ratones viejos rejuvenecen con transfusiones de ratones jóvenes.
Altman no está solo: Peter Thiel (PayPal), Jeff Bezos y Larry Page (Google) también han invertido en el campo.
La clave para encontrar este “elixir” es parar el envejecimiento, o sea, que al pasar un año calendario el organismo envejezca menos.
“La meta no es extender la vida, sino extender la salud. Comprimir el periodo de fragilidad y enfermedad a menos tiempo para gozar por más tiempo del vigor y energía de la juventud”, asegura Jay Olshansky en una interesante entrevista (vela en nuestros sitios).
El profesor de la U. de Chicago explica que al achicar el intervalo entre la muerte y un organismo ya frágil, se pueden atacar todas enfermedades al mismo tiempo para así “detener el proceso biológico” con ideas que incluyen la reprogramación celular (epigenética).
Fascinante, pero apenas en fases embriónicas.
Te platico también sobre el biohacking, la idea de que se puede reducir el envejecimiento natural si se trabaja (y gasta) lo suficiente en ello. Un tema por cierto muy controversial.
Su proponente más famoso (y extremo) es Bryan Johnson, de 46 años, que busca detener casi por completo su proceso de envejecimiento. De hecho busca revertirlo: ¡quiere regresarlo a 18 años!
Desarrolló “Blueprint”, un protocolo de atención, alimentación, sueño, suplementos, hábitos de vida que cuesta… ¡2 millones de dólares al año!
Bueno, pero ¿qué podemos hacer distinto mañana los que no tenemos el presupuesto o la edad para esperar los avances?
Primero, vivir saludablemente (alimentación, ejercicio y sueño). Y luego dos cosas más: ejercitar el cerebro y manejar mejor el estrés.
Se ha probado la plasticidad del cerebro, es decir, que con los estímulos correctos las neuronas pueden crecer a cualquier edad.
Por eso sirve leer y divertirse con juegos inteligentes o utilizar apps como Lumosity, Elevate, Peak, CogniFit, FitBrains o NeuroNation.
Respecto al estrés, el sitio Sharpbrains recomienda 6 pasos para manejarlo: ejercicio, relajarse con meditación (relee “Mente sana”), socializar, reconocer y tomar control, diversión y pensamiento positivo.
A fin de cuentas, Olshansky tiene razón, no se trata de vivir más, sino de vivir mejor. Porque, ¿te imaginas mil años de tristeza?
Ufff, serían mucho peores que cien años de soledad, ¿no crees?
En pocas palabras…
“Si la juventud supiera, si la vejez pudiera”.
Sigmund Freud
Twitter: @jorgemelendez