Puros datos duros:

Al inicio del sexenio, Amílcar Olán era un empresario que comercializaba azulejos en Tabasco. Hoy es multimillonario contratista del gobierno federal. Ha recibido decenas de miles de millones de pesos en el Tren Maya, Dos Bocas, el Tren Transístmico y por vender medicinas. Amílcar Olán es íntimo amigo de Andy y Bobby López Beltrán. Los hijos del presidente lo han aceptado públicamente. Explicaron que la amistad nació a través de la esposa del empresario. En grabaciones telefónicas —cuya autenticidad ha sido validada por el presidente y sus hijos—, Amílcar Olán ha aceptado que duerme en el departamento de Bobby, que come con Andy, que visita Palacio Nacional, que recibió contratos en las megaobras, que corrompió mandos del Ejército para vender piedra de baja calidad para el tren, que se ha reunido con el presidente, y que funcionarios federales y estatales morenistas le arreglan licitaciones. El caso revelado más recientemente es Raquel Buenrostro. Un reportaje de José Manuel Martínez en Latinus exhibe a Amílcar relatando cómo ella le acomoda las licitaciones del Transístmico. Raquel Buenrostro es hoy secretaria de Economía. La futura presidenta la nombró secretaria de la Función Pública. Será la encargada de combatir la corrupción.

Quien implica a la secretaria Buenrostro en una trama de corrupción y tráfico de influencias no es Latinus, ni el reportero, ni un servidor. Es Amílcar Olán. Si fuera un empresario considerado “adversario” por el presidente, este historial de confesiones y documentos ya lo tendría con cien menciones en la mañanera, varias investigaciones de la UIF ampliamente relatadas por su titular, todas sus cuentas congeladas, un puñado carpetas de investigación de la FGR y una baraja de órdenes de aprehensión por lavado de dinero y delincuencia organizada.

Pero Amílcar es intocable. Ni siquiera lo han citado a declarar. Eso pone en entredicho el discurso anticorrupción de este gobierno… y ahora también del próximo.

SACIAMORBOS

El 27 de junio en estas Historias de Reportero (“El futuro de los hijos del presidente”) advertí que Claudia Sheinbaum no sabía qué hacer con los hijos de López Obrador y se los había endosado a la nueva jefa de Gobierno, Clara Brugada, para que sigan haciendo sus cosas, ahora desde el jugoso presupuesto de la Ciudad de México.

Ese mismo día en su mañanera el presidente se enojó por esa columna y procedió a calumniarme.

La verdad va saliendo a flote:

Ayer, Clara Brugada reveló a los integrantes de su gabinete. ¿Quién estará al frente de la Secretaría de Finanzas, manejando un presupuesto de 250 mil millones de pesos? Juan Pablo de Botton, íntimo amigo de los hijos de López Obrador, una de sus piezas claves en la administración federal. Era —ni más ni menos— subsecretario de Egresos de Hacienda, y ahora se reposiciona en el gobierno de la Ciudad de México.

Falta ver qué pasa con otros dos operadores centrales de los hijos de AMLO: Martínez Dagnino (actual jefe del SAT) y Calderón Alipi (cabeza del IMSS-Bienestar).

historiasreportero@gmail.com
 

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