“Todo lo que gano me lo trago, me lo unto, me lo visto, como a mí me da mi chingada gana…es mi gusto y es mi placer…” Con la rudeza que la caracteriza, así respondió Ana Guevara titular de la Conade al ser cuestionada sobre los lujos que prodigó a su personita durante los Juegos Olímpicos de París 2024, al ser incompatibles con la austeridad que pregona su jefe el Presidente López Obrador. Aunque la susodicha comprobara la absorción personal de sus gastos ostentosos, demostraría tener un ingreso muy elevado también contradictorio con lo que predica el líder morenista. A esto se suma su también áspera contestación al ser interrogada por no asistir a ningún evento donde participaban atletas mexicanos, e incluso de no felicitar a quienes ganaron medallas, alegando que su función no era ser “porrista” ni “aplaudidora”. Ante las críticas a su despilfarro y su comportamiento poco amable y de escasa solidaridad como funcionaria, remató ensoberbecida: “mientras más chingan, más me crezco”. La conducta de Guevara, incluido su lenguaje, no es lo que deportistas y ciudadanía en general esperan de un servidor público. Pero lo más grave e indignante es que el Presidente AMLO le aplauda las majaderías y mala imagen que proyecta, y premie su falta de profesionalismo con una medalla de oro y diga que “bien hizo lo que tenía que hacer”.
Al presidente le da por defender a los integrantes de Morena que se encuentran en cargos públicos o aspiran a éstos. Tal fue el caso de la ex secretaria de Energía Rocío Nahle, cuando estaba de candidata a la gubernatura de Veracruz y fue señalada de tener una residencia de lujo de 39 millones de pesos en una exclusiva zona de Boca del Río a la que sólo se puede acceder a bordo de un yate. AMLO salió a su defensa diciendo: “Esa persona es honesta” y cerró el tema culpando a la oposición. Efectivamente como él mismo dice “No somos iguales”. Peña Nieto y la Gaviota tuvieron que abandonar la famosa casa blanca por la presión mediática y exigencia ciudadana.
Una de las defensas más reprobables y dañinas que AMLO llevó a cabo fue la de Félix Salgado Macedonio, elegido como candidato a la gubernatura de Guerrero por el partido Morena. Defensores de derechos de las mujeres, feministas y una gran parte de la ciudadanía, manifestaban su inconformidad por las múltiples denuncias y acusaciones en contra de Salgado Macedonio referidas a abuso sexual y violación. Grupos feministas acusaron al presidente López Obrador de encubrir a un violador realizando el performance: “Un violador en tu camino” frente a Palacio Nacional. La defensa de AMLO hacia el candidato de Guerrero era firme. Alegó que todo se debía a una artimaña política y linchamiento mediático. A las víctimas de Salgado les dijo: “Tienen su derecho como también lo tiene el pueblo de Guerrero, los que apoyan a Félix. Es lo mismo”. Y con esto dejó claro su gran indiferencia hacia el flagelo de la violencia de género en México.
AMLO funge como abogado del diablo defendiendo y solapando abusos de poder, desempeños mediocres, actos deshonestos y lo que se acumule, mientras el funcionario le sea fiel y sumiso a sus deseos.
Ahora toca el turno de defender a Javier Corral, ex gobernador de Chihuahua por el PAN acusado de corrupción y peculado quien ahora va por una senaduría con Morena.