Con nuestro florido lenguaje popular, los mexicanos nos referimos al “año de Hidalgo” como al último año de un gobierno. Para hacer rima, la tradición popular eternizó la frase “Es año de Hidalgo tizne (sic) a su madre el que deje algo”. Y esto fue cierto por décadas en los gobiernos priistas en que comprobadamente se saqueaba al erario al dejar herencias políticas, negocios, concesiones, y contratos en el último tramo del gobierno.
También lo vimos con los gobiernos panistas en que la República tenía esa tradición de buscar rescatar “de lo perdido lo que aparezca”, y más cuando se daban alternancias políticas de un partido a otro. En esto también entraban los fiats de notarías que se daban como recompensa y pago de favores; más en aquellos estados donde el crecimiento inmobiliario es espectacular como la Riviera Maya y la Riviera Nayarita, donde llegaban foráneos a instalar notarías otorgadas por el Presidente.
Pero también en la bohemia, hace décadas, se usa la expresión “por rima” cuando se invita a un bebedor a no dejar algo en el vaso y “empujárselo” hasta el final, pues allí se dice también “tizne (sic) a su madre el que deje algo”. Esta frase empezó a usarse en la política mexicana entre las décadas de 1970 y 1980 en el clímax de la corrupción mexicana, para referirse al último tramo de una gestión gubernamental, cuando la consigna era gastar todo el presupuesto hasta no dejar ni un centavo en las arcas, pues la ley de presupuesto obliga todavía a devolver los recursos cuando no se ejercen, así que “lo aplicas o lo pierdes”.
Como sea, el año de Hidalgo en el imaginario colectivo mexicano se refiere a que los políticos buscan concretar negocios que les permitan en el futuro seguir gozando de recursos públicos. En Guanajuato no hemos tenido evidencias o denuncias de esto, pues no hemos tenido alternancias políticas en la gubernatura y esto facilita siempre descubrir irregularidades. Particularmente en la cuestión de los fiats el gobierno de Diego Sinhue generó una iniciativa de ley para tener notarios titulares y auxiliares y poder concursar esas licencias o patentes, pues en otros estados claramente se dan estos permisos a quienes forman parte del partido o del grupo en el poder. Las notarías son a final de cuentas, rentables empresas que obtienen ingresos por venta de servicios legales y es facultad de los gobernadores el otorgarlos.
Busqué evidencias de cómo se ha realizado el proceso en nuestro estado y veo que incluyó un proceso abierto para que se otorguen en condiciones legales y de equidad por convocatoria y concurso (hay muchas notarías vacantes y el promedio de edad de los actuales notarios es de más de 70 años). Resulta que solo seis candidatos a notarios de los 58 que presentaron los exámenes para conseguir un FIAT aprobaron el examen: tres candidatos de León, uno de Celaya, uno de San Miguel de Allende y uno de Silao. Hay, además, una cifra preliminar de 12 o 13 notarios auxiliares que recurrirán al proceso de homologación para comprobar conocimientos y recibir su patente notarial. De acuerdo con la Ley del Notariado para el Estado de Guanajuato, los notarios auxiliares podrán acceder a este mecanismo cuando el notario titular muera o deje la función notarial.
A pesar de que el proceso fue bien diseñado y transparente, encontré comentarios de participantes de que hubo errores en la formulación de los reactivos, pues resulta difícil pensar que tantos abogados capacitados y certificados reprobaran, cuando es un reto reducir las más de 200 vacantes que hay en la entidad. Conozco a algunos de los aspirantes a Notario Público y son profesionales del derecho que cumplieron con los requisitos y aprobaron el examen teórico en los términos de la ley, recibiendo constancia de aspirante a notario, expedida por el gobernador; son abogados que estudiaron y tienen práctica notarial, y que están en constante actualización. Por eso, me parece difícil aceptar, como en la escuela, que casi todos los alumnos reprueben. La sociedad, es cierto, necesita nuevos notarios que den fe de los actos de la sociedad que está tan necesitada en general, de personas confiables. Ni hacer escarnio de quienes reprobaron, sino que cuando esto sucede, algo le pasó a la escuela, que su proceso o instrumentos requieren ser revisados.