Para que la cuña apriete tiene que ser del mismo palo, y en este caso, el “palo” es la UNAM. El hecho de que estudiantes de Derecho de la UNAM protesten contra la reforma del Monarca Macuspeño y sus secuaces, y estén a favor del Poder Judicial, es algo altamente positivo.

A la UNAM la consideran los cuatroteros como “suya”, de hecho la PresidentA de ahí salió, fue una de los líderes del movimiento del 86. Sólo que ahora que la UNAM protesta contra las autoritarias medidas que pretenden tomar ella y su padrino, no sólo de agandallarse el 73 % de las curules legislativas, sino de destruir el Poder Judicial y acabar con su autonomía e independencia, ya no les gustó.

Tanto que ahora, igual que al Embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar, la Tlatoanesa les recomienda que “lean bien” la propuesta. Son posturas demagógicas tomadas del Libro “Cómo Engañar al Pueblo”, Tomo I, Capítulo I, del Tlatoani Tabasqueño.

Es tanto como decirle a quien lee un recordatorio materno en una barda, y ante su enojo, que quien la pintó le recomienda: “Léela bien”. Por más que la lea, lo escrito escrito está: el intento por acabar con la independencia del Poder Judicial -al igual que el agandalle de curules- no se disipa con “leer bien”. Muestra la Emperatriz un dejo de soberbia, como si quienes defienden al Poder Judicial lo hicieran porque “no saben leer” las iniciativas.

Cae gordo y alarma, también, que la doña declare -cuando Senadores norteamericanos, Cámaras de Comercio, organismos empresariales, la UNAM, expertos y una gran masa pensante de mexicanos muestran preocupación por el tránsito hacia el autoritarismo- que ellos no pueden ser autocráticos porque “ellos han sido quienes pelearon por la democracia”. Por la democracia que existía y que ellos están destruyendo luchamos muchos mexicanos; echarse sobre huevos ajenos refuerza la idea de que en su ser palpita el instinto de agandallarse todo: desde el poder hasta las ideas ajenas.

Vaya osadía: la señora se educaba en Berkeley, California, cuando en México se peleaba por la transparencia, por gestar el INAI -el mismo que “ellos” pretenden desaparecer o lo harán pronto- y tomaba forma la reforma política, la que también pretenden cambiar para crecer y afianzar su poder antidemocrático. ¡Y ahora resulta que a ella (ellos) les debemos la democracia que están a punto de destruir!

No pretendemos aplastarles la esperanza, pero las señales son inequívocas de que esta señora empieza mal, pues no muestra la menor intención de corregir el rumbo errado que tomó su antecesor. Las probabilidades de que con ella al timón el buque México llegue a buen destino son las mismas que las del “Titanic” o del “Bayesian”.

De palabra se les rinde pleitesía a la “libertad”, “democracia” y “justicia”, pero sus dichos están resultando puros tacos de lengua, pues en los hechos no se hace nada para rescatar o salvaguardar las causas que defendemos los mexicanos libres e independientes, ajenos a los fanatismos del caudillismo o la idolatría mesiánica del líder de la Cuarta Trastornación.

Siendo esto así, les diremos con toda franqueza que ¡necesitamos más UNAM! Se requiere una mayor solidaridad con el Poder Judicial para defender su autonomía y su independencia, no debemos dejarlo solo. Y tampoco a quienes defienden la representación equitativa de las minorías en nuestro Congreso.

Falso que la “voluntad del pueblo” sea -como afirman cínicamente- que se reinstale el dominio de un partido hegemónico que decida todo y aplaste a todos. El pueblo les otorgó el 54 % de los votos ¡Y no el 73 %! Es falso que exista un mandato popular para una dominación total, meramente por trucos y mañas de cómo asignar los plurinominales.

Con demagogia no se gobierna, con mentiras no se avanza, con abusos no se crea un país justo, equitativo y, menos aún, próspero. El momento es ahora, la causa es justa y si no ponemos hoy un alto a la tiranía, estaremos condenados a padecerla para siempre.

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