En 1994, México vivió una de las crisis económicas más severas de su historia, conocida como el “Error de Diciembre”. Esta crisis fue el resultado de factores políticos, económicos, financieros y sociales, que culminaron en una abrupta devaluación del peso, inflación galopante y recesión profunda. 

Al comparar aquella situación de México en diciembre de 1994 con el momento actual que vive el país, algunos observan preocupantes coincidencias en la transición entre gobiernos, mientras que otros no encuentran similitudes significativas en los aspectos económicos, políticos, sociales o financieros, más allá de las turbulencias que suelen acompañar el ocaso de un sexenio.

Recordemos que, en 1994, las elecciones presidenciales estuvieron marcadas por el asesinato del candidato del PRI, Luis Donaldo Colosio, y del secretario general del PRI, José Francisco Ruiz Massieu. Además, el país enfrentó el levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional en Chiapas y el asesinato del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, entre otros incidentes que minaron la estabilidad política y generaron terrible incertidumbre.

Estos acontecimientos mostraron al mundo que el PRI había perdido su capacidad legendaria como “garante de la tranquilidad y paz social en México”, mientras se desarrollaba una pugna entre políticos de viejo cuño, del Nacionalismo Revolucionario, y tecnócratas neoliberales. En este contexto, el levantamiento zapatista evidenció las profundas desigualdades sociales y económicas, destacando el contraste entre el México profundo, pobre y excluido, y el México emergente del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, que aspiraba a integrarse al primer mundo.

Actualmente, México enfrenta un entorno político complejo, aunque distinto al de 1994. El presidente Andrés Manuel López Obrador ha implementado una serie de reformas y políticas que han generado controversia y desconfianza entre inversionistas. La centralización del poder y la eliminación de organismos autónomos han generado preocupación sobre la estabilidad democrática del país. Sin embargo, los programas sociales han contribuido a reducir la pobreza, que, según el Coneval, pasó del 43.9% en 2020 al 36.3% en 2023, funcionando como válvula de escape ante las grandes desigualdades de sectores marginados.

En 1994, la economía mexicana estaba en un proceso de liberalización y apertura, pero también era muy vulnerable. El gobierno de Carlos Salinas de Gortari había impulsado reformas estructurales, incluida la firma del TLCAN. No obstante, la sobrevaluación del peso, la dependencia de financiamiento externo y la acumulación excesiva de deuda a corto plazo, en forma de Tesobonos (bonos denominados en dólares), hicieron que la economía fuera extremadamente susceptible a choques externos y a la pérdida de confianza de los inversionistas.

La crisis estalló cuando el gobierno de Ernesto Zedillo devaluó el peso en un 15% y abandonó el sistema de flotación controlada (de banda), permitiendo que el peso fluctuara libremente en el mercado. Esto provocó una salida masiva de reservas internacionales y el colapso de la moneda, desencadenando una crisis bancaria y financiera que requirió la intervención de Estados Unidos y del Fondo Monetario Internacional; esto, no por ser excelentes amigos, sino para que México pudiera pagar los Tesobonos a los inversionistas norteamericanos y pudieran huir del país. 

En ese momento, el Banco de México tenía solo 6,000 millones de dólares en reservas y una deuda de 29,000 millones de dólares en Tesobonos, lo que lo hacía extremadamente vulnerable a una crisis de confianza. La crisis tuvo efectos devastadores en la economía mexicana: el PIB se contrajo un 6.2% en 1995, la inflación anual superó el 50%, el peso se devaluó un 173%, y millones de mexicanos perdieron sus empleos y ahorros.

Hoy en día, la economía mexicana presenta mayores fortalezas. Por un lado, el país ha diversificado su economía y ha acumulado reservas internacionales récord, con 224,000 millones de dólares, más 40,000 millones de dólares en crédito preautorizado, proporcionando así un colchón ante posibles choques externos. México es el principal socio comercial de Estados Unidos, y aunque la deuda pública es elevada, se encuentra en niveles manejables. Además, el tipo de cambio es flotante, lo que reduce el riesgo de una crisis cambiaria como la de 1994. Es importante destacar que actualmente el 80% de la deuda está en pesos y solo el 20% en dólares, lo opuesto en el “Error de Diciembre”.

Sin embargo, los hechos de 1994 sigues vigentes y dejaron varias lecciones importantes para México y otras economías emergentes: exige prudencia en la gestión económica, disciplina fiscal y estabilidad política. Estos factores continúan siendo cruciales para el futuro de México, para evolucionar desde la incertidumbre hacia la confianza y certeza, tan necesarias para un crecimiento sustentable.

Pero cuidado: “Los rumores y el catastrofismo corren rampantes estos días en México”, dice el analista de El Heraldo, Eduardo Huchim. Tanta negatividad, tanta propagación del miedo, tantos rumores revelan el deseo de que el barco se hunda, aunque todos se hundan con el barco. Banxico afirma que no ha intervenido en estas turbulencias, el peso ha flotado libremente. No ha habido devaluación en el sexenio. En su inicio, el dólar se vendía a $20.35 pesos; actualmente cotiza a $19.80 pesos x dólar.

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