El último informe de AMLO fue más un mitin político lleno de autoelogios, ignorando los problemas económicos y de seguridad del país.
Debió haber sido el Sexto y último Informe de Gobierno del Monarca Macuspeño el de ayer en el Zócalo, pero pareció más bien un mitin de paleros en el que dejó para la posteridad establecida la Sociedad de Elogios Mutuos que fundó con Sheinbaum Pardo.
Las efusivas (y desmedidas) de allá para acá, y de aquí para allá, tiernos corazoncitos… ¡qué conmovedor, por no decir cursi y fuera de lugar!
Mejor mándense tarjetas (e-cards) y ahórrenle al público las escenas a la Corín Tellado, pues lo de ayer en el Zócalo no era ni la ocasión ni la ubicación ni el momento.
En cuanto al “Informe”… ¿cuál Informe?
No faltaron en su versión del mismo la visión delirante del narciso, y tampoco las mentiras habituales como ésa de que “nuestro sistema de salud es mejor que el de Dinamarca”, algo que les encantaría saber a los cuentahabientes del IMSS o del ISSSTE que esperan camas, que no les surten medicinas o que les dan citas para tratar sus enfermedades graves para dentro de meses.
Igualmente destacó en este sermón del Zócalo la osadía de afirmar, en un sexenio RÉCORD de homicidios, que la violencia ha bajado en México.
Ignoró en su rollo temas cruciales como quebrar a PEMEX y dejarla como la petrolera más endeudada del mundo, tornar a la CFE en deficitaria, haberse gastado cantidades inmensas de dinero público en obras que jamás serán rentables como Dos Bocas y el Tren Maya, o haber cancelado un aeropuerto de Primer Mundo, como hubiese sido el de Texcoco, tirando a la basura lo que se estima fueron como 300 mil millones de pesos, a cambio de un aeropuertito regional en el que no se paran ni las moscas, como el AIFA.
Si el de ayer fue realmente su “adiós”, pues que le vaya bien y hasta nunca, pero no puede uno dejar de pensar que tanta insistencia en demostrar y hacer palpable una relación especial con su sucesora indica que habrá siempre una presencia suya en el escenario político nacional.
Ello, pese a que afirma el Tlatoani Tabasqueño que se jubila, pero las señales más bien indican la posibilidad de una presencia permanente, como la del apuntador o asesor.
No necesitamos recalcar que entre más visible sea el Mesías Macuspeño más DÉBIL se percibirá la imagen de la Presidenta.
Lo cual importa sólo en la medida de lo que restará capacidad para poder llevar a cabo las acciones de Gobierno que considere necesarias, entre las cuales el respetable espera quepa una que otra corrección.
Como, por ejemplo, acabar con esa práctica de este sexenio de perseguir a los inocentes y perdonar a los criminales.
Nunca se vio bien, ni dentro ni fuera de México, esa tolerancia y afabilidad que mostró este señor visitando SEIS veces Badiraguato, la cuna del Cártel de Sinaloa, el efusivo saludo a la madre de “El Chapo”, el primer “culiacanazo”, cuando soltó al “Chapito” que luego tuvo que entregar, pero sólo tras enorme presión del Gobierno norteamericano.
Mucho presumió su teoría del “humanismo mexicano”, aunque no explica bien en qué consiste: ¿acaso es ése que IGNORA a las madres buscadoras y a las mujeres víctimas de la violencia? ¿O se trata de la tolerancia oficial al asesinato de periodistas o de sacerdotes?
Afirmó en su sermón del templete, como si fuese la segunda llegada de Sócrates, “la felicidad no reside en el dinero”.
Entonces, ¿por qué sus propios hijos se esfuerzan por hacer negocios y ganar dinero? ¿Acaso no fue con dinero como iniciaron su fábrica de chocolates y otros negocios que tienen?
¿No fue con dinero como adquirió el propio Tlatoani su parcela en Palenque a la que afirma -seguro falsamente- que se va a retirar y que no recibirá a nadie?
Por último, afirmó en su rollo zalamero que se va “con la conciencia tranquila”; decir esto equivale a afirmar que no tiene conciencia.
Porque si la tuviese no podría dejar de pensar en los cientos de miles de muertos por el COVID, durante el tiempo que él y su “asesor” López-Gatell REHUSARON APLICAR LAS VACUNAS en México, o aplicaron una RUSA (la Sputnik), demostrada en su momento ser totalmente inútil.
¿En la conciencia de quién recaen esas muertes innecesarias por el Covid?
Si no es en la suya, entonces la tiene de teflón: ¡vaya virtud!