“Los ojos no ven lo que la cabeza no piensa”
La calidad del aire interior (CAI) es un factor crucial pero frecuentemente subestimado en la salud pública y la economía. Su importancia se magnifica en situaciones de hacinamiento, ventilación deficiente y ausencia de vacunas efectivas, escenario que podríamos enfrentar en la próxima temporada invernal 2024-2025 en México.
Un aire interior de calidad óptima es esencial para mitigar la transmisión de enfermedades respiratorias como neumonía, COVID-19 e influenza. Esta premisa cobra especial relevancia en entornos donde convergen condiciones de hacinamiento, ventilación inadecuada y falta de inmunización, creando un caldo de cultivo ideal para la propagación de patógenos respiratorios.
La mejora de la CAI ofrece múltiples beneficios en la prevención de enfermedades pues reduce la exposición a irritantes respiratorios, disminuyendo la susceptibilidad a infecciones. Una ventilación eficiente minimiza la concentración de patógenos en el aire, reduciendo el riesgo de contagio. Un ambiente interior saludable fortalece el sistema inmunológico, aumentando la resistencia a infecciones.
El día de ayer, tuve el honor de participar en el Foro Internacional de la Calidad del Aire (Finca) Celaya 2024, evento que coincidió con el Día Internacional del Aire Limpio. Este foro, respaldado por instituciones como Idea, Conacyt, Anapana, ISSA Latinoamérica y el Valle de la Mentefactura Gto., abordó las políticas públicas sobre calidad del aire, con un énfasis especial en la CAI.
En México la atención a la CAI ha sido insuficiente, tanto a nivel legislativo como en la práctica cotidiana. Es alentador que ciudades como Celaya, una de las más contaminadas del país, estén tomando conciencia de este desafío. Estudios en diversos entornos mexicanos revelan una situación alarmante. En el corredor industrial de Guanajuato, incluyendo Celaya, se ha detectado un incremento de contaminantes, especialmente ozono (O3), debido a la actividad industrial. Esta contaminación exterior inevitablemente afecta la calidad del aire interior.
En espacios residenciales y educativos, la exposición a contaminantes como monóxido de carbono (CO), formaldehído y compuestos orgánicos volátiles es preocupante. Además, el uso de aparatos domésticos que emplean combustibles gaseosos introduce riesgos adicionales.
México enfrenta desafíos significativos en materia de CAI, principalmente debido a la falta de un marco legislativo integral y actualizado. Esta carencia se manifiesta en: Ausencia de estándares claros para niveles aceptables de contaminantes en interiores; falta de protocolos estandarizados para el monitoreo y evaluación de la CAI; vacíos en la regulación de materiales de construcción y equipos de ventilación; escasa conciencia pública sobre la importancia de la CAI.
No obstante, existen oportunidades para mejorar esta situación: desarrollo de un marco normativo específico para la CAI; fomento de la investigación considerando las particularidades del contexto mexicano; promoción de sistemas de ventilación eficientes en edificios industriales, educativos y residenciales; implementación de programas educativos sobre la importancia de la CAI; ncorporación de criterios de CAI en los reglamentos de construcción; y el establecimiento de sistemas de certificación para edificios con buena CAI.
La mejora de la CAI no es solo una cuestión de salud pública, sino también de productividad económica y calidad de vida. En un mundo cada vez más consciente de la importancia del entorno para la salud humana, México tiene la oportunidad de posicionarse a la vanguardia en este campo, estableciendo estándares que no solo protejan a su población, sino que también impulsen la innovación y el desarrollo sostenible.
Es imperativo que la calidad del aire interior reciba la atención y los recursos que merece. Solo así podremos construir un futuro más saludable, productivo y sostenible para todos los mexicanos.
Concluyo esta columna queridos lectores usando la analogía de la poderosa imagen de Pieter Bruegel el Viejo en “La parábola de los ciegos”, donde un ciego guía a otro hacia el abismo por la falta de visión, nuestra sociedad corre el riesgo de caer en una crisis de salud pública si instituciones gubernamentales, académicas, empresariales, educativas y la sociedad civil no abren los ojos ante la importancia crucial de la calidad del aire, especialmente en interiores; es fundamental que todos los actores sociales despierten a esta realidad invisible pero vital, colaborando en la implementación de políticas, investigaciones y prácticas que garanticen un aire limpio y saludable para todos.