La Constitución no es un instrumento para controlar al pueblo. La Constitución es una herramienta del pueblo para controlar al gobierno”.
Héctor Suárez
La política mexicana se ha vuelto una comedia de errores. o de abusos. Ayer el presidente López Obrador presentó en su mañanera un viejo programa de “¿Qué nos pasa?” del admirado comediante Héctor Suárez. “Es una serie de los 90”, dijo, “pero. ayuda más a que se entienda por qué queremos la reforma al Poder Judicial”.
En el sketch aparece un corrupto agente del ministerio público personificado por Suárez. Cuando terminó el video, el presidente exclamó: “Ese era el que quería. Ahí está, más claro”. No se dio cuenta de que estaba mostrando su propia ignorancia sobre el poder judicial y dejando en claro lo errado de su reforma.
Fue evidente que el presidente no sabe que los ministerios públicos no son parte del Poder Judicial, sino de las fiscalías, las cuales dependen del ejecutivo. Es verdad que suelen ser corruptos, pero el presidente no ha promovido una reforma ni de las fiscalías ni de los ministerios públicos. Sí lo ha hecho en cambio la ministra presidenta Norma Piña, con su propuesta para una reforma integral del sistema de seguridad y justicia, que incluye las fiscalías y los ministerios públicos, entre otros temas e instituciones. López Obrador dice que quiere “reformar el Poder Judicial”, pero no sabe qué es. Lo que busca en realidad es una reforma para someter a los jueces al ejecutivo.
El presidente y sus seguidores afirman que recibieron un mandato del pueblo para hacer una reforma constitucional al poder judicial. Es otra mentira. El tema no fue relevante en la campaña. Su candidata Claudia Sheinbaum fue electa con 59.75 por ciento de los votos, un porcentaje que le da clara legitimidad como presidenta, pero con un voto mucho menor en el Congreso, de solo 54 por ciento, que no le da un mandato para modificar la Constitución a discreción. Morena ha usado todas las chicanadas posibles para conseguir mayorías artificiales, incluyendo el rechazo a nombrar a dos nuevos magistrados del Tribunal Electoral, pese a que lo ordena la Constitución, y a mover legisladores como chapulines. Como ni siquiera así logró la mayoría calificada en el Senado, ha optado por comprar o amenazar senadores.
Morena quiere darle al presidente la reforma como un regalo de fin de sexenio. Para ello está legislando al vapor y sin ninguna atención a las consecuencias negativas. La elección de los jueces generará enormes problemas prácticos, pero además creará un vacío judicial de años cuando los nuevos juzgadores sin experiencia y sin conocimiento de los casos se hagan cargo de los tribunales. El presidente quiere usar la selección de candidatos y el Tribunal de Disciplina para dominar a los jueces y que no salgan con “el cuento de que la ley es la ley”.
En esta comedia de errores y engaños parece particularmente perverso que el presidente haya utilizado una rutina de televisión de Héctor Suárez para supuestamente mostrar la necesidad de la reforma judicial. Debió haber proyectado mejor la entrevista que Julio Astillero le hizo el 1 de noviembre de 2019 en la que Suárez dijo sobre el gobierno de López Obrador: “La Constitución no es un instrumento para controlar al pueblo. La Constitución es una herramienta del pueblo para controlar al gobierno. Es todo lo contrario.. Nos siguen engañando, nos siguen mintiendo.”.
El presidente terminó exhibiéndose ayer en la mañanera. El sketch dejó en evidencia que AMLO no sabe la diferencia entre un juez y un ministerio público. El personaje popular que trató de manipular para apoyar su reforma resultó un valiente defensor de la Constitución.
Senadores
En su afán por comprar o amenazar senadores, Morena consiguió primero a Araceli Saucedo y José Sabino del PRD. Miguel Ángel Yunes Márquez desapareció, para ser reemplazado por su padre y suplente, Yunes Linares. Daniel Barreda de Movimiento Ciudadano desapareció también. Morena ha manejado un proceso muy desaseado para lograr una mayoría calificada que no logró en las urnas.
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