Esta semana que termina despertamos de algo que muchos hubiéramos querido que fuera una pesadilla, pero que al abrir los ojos nos dimos cuenta de que es una cruda realidad: la aprobación de una reforma judicial que lejos de democratizar la impartición de justicia, solo vendrá a traer manipulación y distorsión en la aplicación de las leyes en nuestro país.

Ciertamente, era necesaria una reforma al Poder Judicial, pero esta debió ser fruto de un debate abierto que incluyera un análisis integral, incorporando a las fiscalías, ministerios públicos, procesos, jueces, abogados, especialistas, etc., en donde incluso a algunos niveles se permitiera la elección por voto popular, como se hace en otros países, pero de ninguna manera podía ser aceptable una reforma que tuviera su origen en la venganza, en el control, en el desprecio y golpeando la división de poderes.

Lo que se aprobó no servirá para impartir justicia imparcial y objetiva, sino que acabará por convertirse en un nido de incompetencia en donde se refugiarán o se acomodarán todos aquellos lacayos del partido oficial a quienes la repartición de huesos no les alcance en el poder ejecutivo y sus dependencias.

Tres senadoras y tres senadores por Guanajuato emitieron su voto en este proceso. Martha Lucía Mícher, senadora por Morena, una mujer a quien muchos en algún momento admiramos, apoyamos y reconocimos por su lucha en favor de las mujeres, acaba de enterrar todas sus batallas, pues lo que votó a favor, lejos de traer justicia para ellas, abrió la puerta para que los advenedizos sin experiencia juzguen, en temas tan delicados como el maltrato, el abuso, la agresión y el feminicidio. Qué engaño resultó ser eso de que “yo seré su voz en el senado”, cuando en campaña nos pidió el voto para llegar a la cámara alta.

Ricardo Sheffield, senador por Morena, otrora crítico del oficialismo y defensor de la democracia, con una preparación académica como abogado, se olvidó de lo que deberían ser sus principios y optó por la disciplina partidista. No hay manera de que una persona con su criterio y conocimiento haya votado a favor de una iniciativa que, él como experto, sabe que no traerá justicia al pueblo, pero sus sueños de poder, ambición y revancha están por encima de la verdad.

Virginia Magaña, senadora por el Partido Verde, una mujer preparada y sobre todo aterrizada a los problemas cotidianos de los ciudadanos y de las mujeres. Muchos teníamos la esperanza de que su reciente incursión en las entrañas legislativas condujera a un comportamiento más cercano y comprensivo con los ciudadanos y más alejado de los políticos y sus intereses, lamentablemente nos decepcionó a muchos.

Miguel Márquez, exgobernador del estado, quien hizo valer su congruencia votando en contra, pero que, paradójicamente, esa misma congruencia (hay quienes dicen soberbia) le costó a Guanajuato un par de senadores, pues de haberse aliado con el PRI nuestro estado habría tenido dos senadores de la alianza por mayoría, y no solamente uno como al final sucedió. Hubiera sido más difícil para Morena alcanzar la mayoría calificada con tres senadores de diferencia, que comprar a uno como finalmente sucedió.

A pesar de la aprobación de esta reforma, los ciudadanos no podemos ni debemos bajar la cabeza ni asumir una actitud derrotista; se ha perdido una batalla importante, pero de nosotros depende el tamaño que le queramos dar para no perder al país. La desilusión y el desánimo se aceptan solo unos días, pero debemos levantarnos más fuertes en defensa de nuestro México, quienes votaron a favor quieren vernos vencidos para seguir destruyendo la nación, hay que ser inteligentes, abrámosle los ojos al pueblo.

José Arturo Sánchez Castellanos

 

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