Soy muy optimista sobre el futuro de este maravilloso País. Y tengo la obligación de hacerlo, por ser padre y abuelo. A pesar del futuro que tendremos con un Gobierno federal tan monolítico como el PRI que nos gobernó por 71 años, tengo argumentos para pensar que nos deberá ir bien y además, es lo que deberemos decir a nuestra descendencia. Tanto, como algunos papás en los años setenta, nos dijeron a quienes desde la izquierda construíamos cuesta arriba, cuando no era posible combatir al “ogro filantrópico” que fue el PRI. Morena, el engendro priista, tiene hoy el control casi total del País. Con los claroscuros que tienen las transiciones, estoy seguro que este régimen durará décadas desde esa perversa alianza con el crimen, y tan firmes como la construcción de la “dictadura perfecta” que fue el PRI.
El País siempre fue más grande que ese “ogro filantrópico” como lo llamó Paz y poco a poco se fue construyendo una estructura democrática que daba espacios a las minorías desde los años noventa tras el enorme fraude de 1988. Entonces, al controlar al Poder Judicial, al Poder Legislativo y al órgano electoral, el Poder Ejecutivo tuvo a varios presidentes priistas que eran dueños del País. Y hoy estamos en esas mismas condiciones, con la diferencia en mi opinión, de que México tiene a una clase media aspiracionista aunque minoritaria y a un grupo importante de universitarios y profesionistas que nacieron ya en este siglo, en la época del mundo global, y que se fueron abriendo paso en numerosos espacios de la vida, superando adversidades y probando que se puede construir un futuro honrado basado en el esfuerzo para tener un buen porvenir.
Soy optimista, pues, aunque el régimen, MORENA, el partido oficial, tendrá pronto el control de todos los estados del País y con ellos, el crimen seguirá dominando en todos esos territorios, deberán llegar tiempos mejores donde se respeten las leyes y haya contrapesos al poder monolítico. Estoy seguro que en el futuro se fomentará el espíritu de superación individual y colectivo, pues ya hay cantidad de espacios de México, con grupos de la sociedad civil que fomentan la creatividad, la innovación, los ambientes de aprendizaje y que con conjunto irán construyendo iniciativas con forma de empresas. Se acabará en unos días el discurso de odio, división y resentimiento que por 6 años escupió Andrés Manuel y espero Claudia llegue con un tono distinto para construir desde las necesidades de las mayorías, un País donde todos quepamos.
Tengo que mostrar esperanza para las generaciones de menores que estudian para superarse y que aprenderán que lo regalado no sirve si no es fruto del esfuerzo. Aunque no será fácil, deseo de todo corazón que la futura Presidenta de México no haga revanchas políticas como la que hizo AMLO con Guanajuato con el agua que tendríamos o con el recorte de recursos federales que sufrimos. Deseo que aunque el centro occidente de este maravilloso País piense distinto al sur, no sigamos siendo discriminados y señalados solo por votar distinto a ellos, pues todos somos mexicanos. Reconociendo lo bueno que dejaron obras sociales y dejando en el pasado los errores, los tiempos de cambios en gobiernos son oportunidades para ver mejor el mañana.
El motor de la economía es el consumo, la inversión y el ahorro y mientras sigamos siendo un País con economía mixta (con juego del mercado, pero con fuerte participación del gobierno), la Presidenta Sheinbaum deberá conciliar al trabajo y al capital y no enfrentarlos.
La victoria de Harris en los Estados Unidos y un gabinete profesional como el que nombró Claudia, serán buenos elementos para un sexenio donde se priorice a las mayorías con proyectos productivos y no sol con dádivas vinculadas al voto. Por todo eso, espero contra toda esperanza, que el futuro sea mejor del que hemos vivido. Lo tengo que decir a los menores y a los jóvenes, aunque en el interior tenga mis dudas y reservas. Así tendrá que ser lo que viene: maravilloso como lo es el sentido de la vida mirándolo con optimismo.