Es perverso que los potentados utilicen al ejército para enfrentar el problema de la inseguridad que ellos crearon por dedicarse a saquear”.
Andrés Manuel López Obrador, 2013
Durante mucho tiempo López Obrador fue un crítico persistente de la militarización. En 2010 declaró: “No es con el ejército como se pueden resolver los problemas de inseguridad. No podemos aceptar un gobierno militarista. No apostar a una república militar, sino civilista”.
Dijo también: “Debe fortalecerse el poder civil con el establecimiento de la democracia. La solución no es la militarización”. Dos años después insistió: “El ejército no está preparado para esta función, es otro su encargo. Es defender la soberanía nacional y no debe de seguirse exponiendo al ejército. Es una institución que debemos de cuidar todos, no socavar al ejército. Tenemos que ir regresando al ejército [a los cuarteles] en la medida que se va profesionalizando la policía”.
Sus incondicionales “progresistas”, opuestos a los “conservadores” que buscaban la militarización, se unían a la causa con entusiasmo. Jesús Ramírez Cuevas, hoy coordinador de comunicación de Presidencia, declaró: “Porque van a querer usar el ejército ya como fuerza de seguridad policiaca en todas las labores que implica la seguridad pública y el control social. Eso tiene un nombre, se llama dictadura”. Citlalli Hernández escribió en Twitter en 2012: “Si AMLO fuera presidente retiraría el ejército en 6 meses de las calles. PRI y PAN se oponen. ¿en qué país viven eh?”. Manuel Bartlett, senador, afirmó en 2017: “La militarización no baja los niveles de violencia, los aumenta”. Mario Delgado, también senador, añadió: “Militarizar la seguridad pública es un cheque en blanco para la violación de los derechos humanos”.
Ya en este gobierno tanto el presidente como sus allegados se han hecho bolas con sus posiciones. El 18 de diciembre de 2018 Tatiana Clouthier regañó en Twitter al académico Rodrigo Morales Elcoro cuando este la cuestionó por haber utilizado “como mantra terminar la ‘guerra’ durante la campaña” solo para aceptar una Guardia Nacional militarizada tras ganar la elección. Su respuesta: “Sí habló Andrés [Manuel] de una GN, mas no con mando militar. Hay q[ue] leer profundo p[ara] opinar, amigo”. La que no leyó profundo fue Tatiana.
Este pasado 25 de abril, ya con la iniciativa de militarización lanzada, AMLO declaró: “Yo nunca dije eso”, que sacaría al ejército de las calles. Pero no solo lo dijo, sino que el 6 de septiembre de 2022 reconoció: “Cambié de opinión, ya viendo el problema que me heredaron”. Quizá la machincuepa más asombrosa la hizo la presidenta electa, Claudia Sheinbaum: “No es militarización. Militarización sería si quien dictara toda la política de seguridad fuera solamente el ejército, y no es así”. Según esto, las fuerzas armadas no son militares porque el comandante en jefe es civil.
La militarización en la iniciativa, sin embargo, es muy clara. No solo adscribe la Guardia Nacional de manera permanente a la Secretaría de la Defensa, ya no a la Secretaría de Seguridad, sino que otorga a sus integrantes fuero militar. Da a la Guardia facultades para investigar delitos, le quita el carácter civil que tenía en el artículo 21 constitucional, le encarga a Sedena la formulación de la Estrategia Nacional de Seguridad Pública y permite a la autoridad militar en tiempos de paz funciones sin conexión con la disciplina militar. ¿Qué hará ahora la Secretaría de Seguridad?
Estamos viendo una completa militarización de la seguridad pública. Quienes la impulsan no tienen siquiera el valor de reconocerlo. Traicionan sus supuestos principios civilistas y humanistas mientras mienten descaradamente.
Fobias
La iniciativa expresa las fobias de AMLO cuando dice: “El 11 de diciembre de 2006, el entonces presidente Felipe Calderón inició la estrategia de seguridad conocida como ‘guerra contra el narcotráfico’, en la que utilizó a las Fuerzas Armadas para enfrentar al crimen organizado”. Fue una “estrategia fallida”. Entonces, ¿por qué revivirla multiplicada?
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