Uno de los grandes errores es juzgar políticas y programas por sus intenciones y no por sus resultados”.
Milton Friedman
Así como la reforma judicial no se hizo para mejorar el sistema de justicia, sino para dar al gobierno control sobre los fallos de los jueces, la reforma de la Guardia Nacional no se preocupa por disminuir la inseguridad. Su propósito es militarizar la corporación sin preocuparse por la eficacia de su función. La verdad, sin embargo, es que la Guardia ha dejado hasta ahora bastante que desear.
La anterior Policía Federal llegó a tener 37 mil elementos, aunque solo 27 mil dedicados efectivamente a labores de combate a la inseguridad; en 2018, último año de Peña Nieto, recibió un presupuesto de 2,247 millones de pesos. En contraste, en junio de este 2024 el general David Córdova Campos, comisario general, reportó 130 mil elementos en la Guardia Nacional; en este año está ejerciendo un presupuesto de 70,767 millones de pesos, 30 veces más que la PF. Con este dinero y ese número de efectivos se esperarían mejores resultados.
El general Córdova Campos declaró este pasado 2 de junio en el quinto aniversario de la corporación: “Nuestra presencia en toda la geografía nacional nos ha permitido [obtener] resultados sobresalientes, como la detención de alrededor de 37 mil personas vinculadas con la delincuencia organizada.”. Hay, sin embargo, otros datos. Una solicitud de información pública a la Secretaría de Seguridad Ciudadana ha revelado que, desde su creación en 2019, hasta abril de 2024 la GN solo ha logrado 5,991 detenciones “como primer respondiente”. De esas, 26 por ciento fueron por faltas administrativas y no por delitos relacionados con el crimen organizado (Animal Político).
En un estudio para Seguridad Ciudadana de la Universidad Iberoamericana, Samuel Storr señala: “Cada efectivo de la GN desplegada reporta muy pocas detenciones: 0.071 por año, en comparación con 1.6 personas detenidas anualmente” por elementos de las policías estatales preventivas. “Además, la Guardia Nacional asegura menos armas de fuego y menores cantidades de drogas, como cocaína, heroína y metanfetamina, a pesar de tener una formación militar para enfrentar fenómenos delictivos de alto impacto. La GN es superada por los miembros del ejército desplegados en actividades de seguridad pública”.
El Observatorio de la Guardia Nacional de Causa en Común ha señalado también que los resultados “son muy pobres”. Según este grupo, “se requiere de 45 elementos de la GN para realizar la detención y puesta a disposición de una persona ante el ministerio público”.
En nada ha ayudado que se le hayan encargado a la Guardia Nacional responsabilidades que no tienen nada que ver con su propósito fundamental de combatir el crimen organizado. Se le han dado, por ejemplo, tareas de patrulla fronteriza. En 2022 la Guardia Nacional puso a disposición a solo 2,814 personas por distintos delitos mientras que detuvo -ellos dicen “rescataron”-a 177,166 migrantes. En la Ciudad de México, cuando a una mujer se le cayeron unas aspas de lavadora en las vías del Metro, el gobierno capitalino la acusó falsamente de terrorismo y puso durante semanas a cientos de elementos de la Guardia Nacional a cuidar las instalaciones para prevenir “actos de terrorismo”. Con frecuencia los elementos de la GN son utilizados para patrullajes preventivos que deberían hacer las policías locales, mientras que a los soldados de la Sedena se les encargan los operativos importantes.
Las cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública muestran un aumento de la incidencia delictiva en este sexenio a pesar de que la Guardia Nacional ha estado operando bajo mandos militares. La militarización permanente no ayudará a mejorar la seguridad.
Fuero
Quizá el elemento más inquietante de la militarización es que los integrantes de la Guardia Nacional tendrán fuero militar. Si cometen algún crimen contra un civil, como ha ocurrido tantas veces, serán procesados por sus colegas militares y no por civiles. No es una buena señal.
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