Con su venia, estimados amigos lectores, iremos directo al grano: el “Plan” de Seguridad que presentó ayer el Secretario Omar García Harfuch dejó mucho que desear y francamente decepcionó.
Tal plan resultó ser sumamente limitado, tanto en cobertura como en enfoque.
Nos explicaremos: se limita sólo a seis Estados del País, lo cual vuela en contra de la promesa que hizo la Dra. Sheinbaum al cruzarse la banda presidencial de “gobernaré para todos”.
¿Y los demás Estados del País que sufren violencia? Para ellos no hay plan, no hay ayuda federal, no hay apoyo, no hay nada.
Aparte, dijo García Harfuch (hijo de García Paniagua y nieto del General García Barragán, estirpe recia que mucho realizó en el País para imponer la paz y el orden) que el plan se aplicaría en el caso de las extorsiones y homicidios dolosos.
¿Y qué de los asesinatos, de las ejecuciones y del secuestro?, ¿acaso no son estos crímenes serios, graves, que deben combatirse con toda la fuerza del Estado?
¡Por supuesto que sí!
Adicionalmente, por si esto fuese poco, se mandó el mensaje de que no se combatirá a las organizaciones criminales del narco con una “guerra como la de Felipe Calderón”.
Un mal pensado podría asumir que se les manda un mensaje para “tranquilizar” a esas organizaciones criminales, en el sentido de que el “Plan” que piensan aplicar es de a potis -sólo para consumo mediático- y que la idea es dejar que hagan lo que quieran, como lo han venido haciendo todo el sexenio pasado.
Refuerza esta idea el hecho de que el anuncio lo hizo García Harfuch, quien se ha quedado al frente de una Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, cuyo personal (Guardia Nacional) y presupuesto fueron a dar a la Sedena.
Es decir, una organización que en el combate a la inseguridad es una mera cáscara de nuez vana: con todo respeto, pero García Harfuch no le puede dar órdenes a la Guardia Nacional, por lo que no está en sus manos implementar el plan, aún con lo mequetrefe que resulta por las limitaciones que lo adornan y que ya les enumeramos líneas arriba.
O sea que este “Plan” no es un plan, es una idea, un deseo, cuya implementación correrá a cargo de la Sedena.
Podría resultar un poco más creíble si, por ejemplo, García Harfuch hubiese estado acompañado por el Secretario de la Defensa, el General Trevilla, de quien sí depende ahora la Guardia Nacional.
Por otra parte, y ya no como parte del Plan, sino relacionado con la credibilidad del Secretario García, de plano no le queda “justificar” el asesinato y decapitación del Alcalde de Chilpancingo afirmando que éste “no había solicitado protección”.
Falta a la verdad García, pues en el programa de Ciro Gómez Leyva, horas después de que asesinaron a su Secretario del Ayuntamiento, y dos días antes de que lo asesinaran a él, públicamente el Alcalde de Chilpancingo, capital de Guerrero, rogó, pidió, suplicó que le dieran protección.
Supuestamente habría traído consigo a elementos de la Guardia Nacional como guardaespaldas, pero ¿dónde estaban?, ¿por qué no hicieron nada?
Luce mal, muy mal, que presente este pretexto don Omar, ya que da a entender que en este nuestro México del segundo piso cuatrotero, para estar seguros, ya sea funcionario público o ciudadano, tienen que solicitar protección federal.
Seguros en nuestras personas y propiedad debemos de estar todos, lograrlo resulta ser la principal obligación de los Gobiernos en sus tres niveles.
Es una regla no escrita en el periodismo, por lo menos en el periodismo serio, que cuando un nuevo gobernante toma el poder se le extiende un periodo de -llamémosle así- beneficio de la duda.
Es decir, se asume que al arrancar su periodo requiere primero el tiempo necesario para asentarse bien, fijar los pies en los estribos sólidamente, tomar bien las riendas en las manos para entonces arrancar el corcel de Estado totalmente bajo control.
Ha introducido este Gobierno una variante: parece ser -existen indicaciones- que el recién inaugurado no es un nuevo gobierno, sino la extensión del anterior, por lo que surge la duda de si se aplica o no esta regla no escrita que se ha convertido en cortesía profesional.
Ustedes díganos, amigos lectores, si amerita este Gobierno que se le extienda, o no, el beneficio de la duda.