La división de poderes constituye un pilar de la democracia establecido para proteger los derechos de los ciudadanos y evitar la concentración del poder en una sola persona, según lo demuestra la historia, lo comprueba el presente y lo prevé el futuro. Los 3 poderes independientes justifican su existencia en las constituciones democráticas del mundo, al ser garantías de prosperidad y de evolución social en los países civilizados. 

Cuando, como acontece en México, el Poder Ejecutivo y el legislativo, intentan destruir al Poder Judicial, se vulnera el Estado de derecho y se extinguen las instituciones republicanas, para darle cabida a una dictadura en la que un solo hombre atropella sin temor a sanciones judiciales, priva ilegalmente de la libertad a los ciudadanos o cancela la libertad de expresión, sin que los afectados hayan sido oídos y vencidos en un juicio, entre otros perjucios inadmisibles en el el seno de las democracias avanzadas.

De llegar a desaparecer el Poder Judicial en el próximo mes de junio, la señora Sheinbaum se convertiría en una figura omnipotente, sin límites reales a su autoridad, lo que equivaldría a dar un nuevo salto involucionista al pasado infligiendo daños incalculables en un país con 130 millones de habitantes, de los cuales casi la mitad sobrevive penosamente sepultada en la pobreza. 

¡Claro que tal y como aconteció en el primer piso de la 4T, ahora, en el segundo piso, ante la demolición del Poder Judicial, advendrán nuevos episodios catastróficos de corrupción e impunidad institucionalizadas, muy superiores al tren maya, o a la refinería de 2 Bocas o el AIFA o a Segalmex, fraudes impunes, desfalcos del ahorro nacional reservados, apartados sospechosamente del escrutinio público! Padeceríamos la existencia de un sistema de justicia dependiente de jueces y magistrados y de actores económicos o amafiados que dictarían sentencias sometidos a poderes inconfesables desvinculados de la ley.

¡Claro que la oposición, periodistas o activistas, padeceríamos mayores persecuciones políticas ya que el tirano (a), podría utilizar la justicia para perseguir a sus adversarios mediante juicios fabricados en contra de sus críticos para encarcelarlos sin un debido proceso legal!

  ¿Quién va juzgar los crímenes cometidos por el gobierno o por sus actores cercanos, en un ambiente de inseguridad jurídica y desconfianza en las instituciones? ¿Cuánto tiempo tardará en que se presenten las protestas y los disturbios al carecer de vías institucionales para la defensa de derechos de los particulares? La nación recurrirá a la movilización, a las huelgas o a las protestas masivas, a la confrontación con la supuesta autoridad, a la polarización, a la violencia y a la profundización de las divisiones sociales, sin olvidar los efectos económicos negativos, como el disparo de la inflación, las devaluaciones monetarias, la fuga de capitales, la contracción de las inversiones, el desempleo productivo, la quiebra de las finanzas públicas como consecuencia del desplome del crecimiento económico y de la recaudación, la insolvencia financiera en el entorno de una deuda pública explosiva, entre otros males mayores como la cancelación del T-MEC, las asfixiantes sanciones internacionales, como los embargos y el grave daño a la marca México.

Si nuestros jueces van a ser electos por medio de una tómbola (menudo atentado en contra México), sin considerar sus antecedentes académicos, ni su experiencia profesional, ni su solvencia ética construida honorablemente en la mayoría de los casos; si nuestros juzgadores van a subastar sus sentencias al mejor postor o a quien financió su campaña electoral; si vamos a carecer de un árbitro neutral que resuelva las diferencias entre particulares o ante el gobierno, entonces, ante la ausencia de una autoridad indiscutible que imponga el orden y el respeto, habría que hacer una apuesta temeraria e irracional para calcular el plazo siniestro en el que México volverá a estallar por los aires en astillas por la avidez política y los vacíos patéticos de poder de un espeluznante sujeto, roto por dentro, decidido a operar entre sonoras carcajadas, un suicidio masivo para imponer una nueva dictadura que echará por tierra los esfuerzos de, cuando menos, 20 generaciones de mexicanos. ¡Cuánto peligro! ¿Cuántos lo identifican? ¡Horror! ¿Qué esperar de un país sin jueces?

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