Amparo se llamaba y era la envidia de todos, admirada por su pureza y por encapsular conceptos muy avanzados. No crean que se trata de alguna dama llamada Amparo: hablamos del concepto jurídico consagrado en nuestra Constitución -como en Estados Unidos, el “habeas corpus”- siendo una maravilla del concepto democrático de anteponer a los abusos de autoridad las garantías individuales de los ciudadanos.
Tan admirable concepto está a punto de desaparecer si nuestros legisladores se salen con la suya: reformar -de nuevo- la Constitución para eliminar el Amparo contra las contrarreformas por ellos decretadas, así como las acciones de inconstitucionalidad contra las mismas. La autoría de esta “ideota” viene, supuestamente, de esos tres próceres de la Patria, iluminados e infalibles, que son Ricardo Monreal, G. Fernández Noroña y Adán Augusto López. Su idea es que nada de lo que ellos le modifiquen a la Constitución puede ser considerado “inconstitucional”: o sea, es lo que el Poder Legislativo diga con carácter de inapelable. Ahora vemos el porqué se le quiso quitar lo independiente y autónomo al Poder Judicial: para que sólo los chicharrones de Morena truenen en nuestro Mexicozuela.
El martes, en referencia a una risa que provocó en los asistentes a una conferencia en Harvard la explicación de los “requisitos” impuestos por Morena en su reforma al Poder Judicial para aspirar a ser electo juez o magistrado: lograr más de un 80 de promedio en las calificaciones y contar con cinco cartas de recomendación de sus vecinos, la Señora Presidenta afirmó que “nadie se burla de los mexicanos”. Lejos está en el ánimo de este su h. servidor disentir de ella, pero la risita de los estudiantes y asistentes a la conferencia en Harvard no era para los mexicanos, sino que más bien se enderezaba hacia los estándares ridículos que fijaron los Tres Reyes Magos arriba citados, o sea a la reforma jurídica misma. ¡Y eso que nadie les informó a los estudiantes de Leyes de Harvard de la Tom-Tom-Tómbola para escoger quién se va y quién es electo! De haberlo hecho el Ministro Gutiérrez Ortiz Mena (en perfecto inglés) las risitas se hubiesen tornado en carcajadas, pero no contra los mexicanos, sino contra los autores de la reforma judicial.
Por ahí alguien afirmó que cómo se atreven a burlarse (los harvardianos) si es el mismo sistema que emplean ellos. ¡Pero no, no es el mismo sistema! En Estados Unidos los jueces federales, los ministros y magistrados no son electos. Sólo en algunos Estados -no en todos- son electos los jueces locales.
La conclusión por rescatar es que si los actuales protagonistas no desean provocar risitas socarronas o burlas dentro y fuera de México, la única forma de evitarlo es no legislando burradas indefendibles que asemejan mucho medidas autoritarias que sólo las dictaduras absolutistas toman para imponer su voluntad y someter a la ciudadanía. Gobernar con tino, de manera inteligente, respetando los preceptos democráticos como la división de Poderes, la independencia y autonomía de cada uno de los tres: Ejecutivo, Legislativo y Judicial, es la única garantía de evitar ser objeto de desprecio.
Nada ayuda a fortalecer la causa del cuatroteísmo (que rima con ateísmo) que se les llame “arrogantes” o “fascistas” a los jueces que se atreven a afirmar que resultan inconstitucionales las medidas en torno a la reforma al Poder Judicial y en otros campos, por ejemplo, desaparecer los organismos autónomos como el INAI, eliminando de un plumazo los conceptos de transparencia y rendición de cuentas de los funcionarios. ¿A quiénes les rinden cuentas? ¡Precisamente a los ciudadanos vía los otros Poderes!, de ahí la necesidad de que funcionen de manera independiente y autónoma.
Nos alarma que estos señores no entiendan que con la ruta que pretenden tomar apartan a nuestro México del concierto de naciones democráticas, marchando al son de otro tambor nacionalista y socialista, hecho que no pasa inadvertido para nadie, ni para quienes se burlan no de nuestro País, sino de nuestros “reformistas”.