Habrán escuchado o leído, que la Presidenta Sheinbaum no ha mencionado, -aunque defiende- la política del Gobierno federal anterior, de dar “abrazos y no balazos” al crimen organizado. Incluso en campaña dijo que no se referían a ellos, sino a los jóvenes. Falso. Siempre fue una expresión para dar una señal, un “guiño de ojo” de que no habría persecución, ni ataques, que se les permitiría trabajar y que, en la práctica, trabajarían juntos. Por eso, vimos a las fuerzas armadas “aguantar vara” y bajar los brazos, patrullando la vida cotidiana del País. Hoy los malosos tienen territorios del País bajo su control e inundan la vida cotidiana con extorsiones, crímenes, secuestros y robos. Doscientas mil muertes violentas fue el saldo del sexenio anterior.

Pareciera que hemos perdido esta batalla por construir un País donde las leyes se respeten para poder convivir civilizadamente y tener todos, las condiciones mínimas para estudiar, trabajar y producir. En ocasiones, pareciera que hay un pequeño cambio de rumbo; en el discurso de Sheinbaum, pues no se ha vuelto a mencionar la máxima de “abrazos y no balazos” subrayando que México tiene un gobierno humanista que no usará la fuerza del Estado, sino que trabajará sobre las causas, que es la pobreza extrema.   

Pero hace una semana nos estremecieron bombas. Los atentados en nuestro querido Guanajuato, parecen ser actos terroristas. De acuerdo a las Naciones Unidas, “El terrorismo implica la intimidación o coerción de poblaciones o gobiernos mediante la amenaza o la violencia. Esto puede resultar en muerte, lesiones graves o la toma de rehenes”. El gobierno federal no quiere utilizar ese término; tiene prohibido usarlo. Sabemos que se utilizarán otros términos, para minimizar lo que vemos ahora y que no imaginábamos. Falta solo un elemento para calificar los bombazos como terrorismo, pues, aunque es una violencia que no se puede aceptar, no hace reivindicaciones de carácter político o ideológico, ni reivindicaciones étnicas, ni reivindicaciones separatistas y tampoco reivindicaciones religiosas. Ninguna de estas variables, están presentes.

Aunque tiene todas las herramientas tecnológicas de un atentado terrorista y se comete este ataque en contra de la población civil, no lo es estrictamente. La explosión de bombas que afectan a la población civil, lo que buscan, es infundir terror, tratar de movilizar a las autoridades de seguridad y sacudir a la opinión pública. Se hacen con artefactos explosivos de acción remota lo que permite que den el golpe y ellos salgan ilesos y no sean detenidos. Se realizan en horas y lugares que evitan que puedan defenderse las áreas de seguridad y que éstas, tampoco puedan, proteger a la población. Fueron elegidos, dos municipios que se han caracterizado por su paz social y vida comunitaria, pues los “municipios tarascos del sur de Guanajuato”, son hermosos parajes de trabajo y desarrollo. Hermosos son Jerécuaro y Acámbaro, regiones verdes, agrícolas y de cultura de cuidado del agua.

Al final, el resultado es el mismo: se incrementa la percepción de inseguridad en todo el País y en Guanajuato. Pero están dadas condiciones para que, en otras regiones de la región, donde hay mayores aglomeraciones, se pudieran presentar hechos como éstos. En un estudio de riesgos, las aglomeraciones son críticas para que cuenten con sistemas de monitoreo tecnológico y cultura ciudadana de observación y denuncia. Es probable que el gobierno estatal haya definido ya acciones de prevención para León y para sus eventos masivos, dado que cuenta con un buen sistema de monitoreo que permitiría detectar y prevenir.

El gobierno federal, presentó su estrategia de seguridad y que se basa en tres enfoques: atención a las causas (pobreza y desigualdades), consolidación de la Guardia Nacional (parece que más enfocado a que por fin, ya entre en acción) y el fortalecimiento de la inteligencia y la investigación, todo en coordinación con las entidades federativas. Además, este lunes, el gobierno del estado presentará su proyecto de seguridad, coordinado con el gobierno federal. Ojalá se incluya el enfoque hacia “la paz” como resultado de atender las causas, pero con la firmeza que requiere el cumplimiento de la ley, para que se acaben los bombazos y nos demos, en paz, los abrazos. 

 

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