“Una vez que se despliega una nueva tecnología, si no eres parte de la aplanadora eres parte del camino”. 

Stewart Brand

En septiembre de 2008 se registró el nivel más bajo de producción petrolera en Estados Unidos desde la década de 1940, 3.9 millones de barriles al día. Se dijo entonces que ya no quedaba petróleo y que el país tendría que acostumbrarse a importarlo de Arabia, Rusia o Venezuela. 

A partir de entonces, sin embargo, comenzó un proceso gradual de aumento en la producción estadounidense, no solo de petróleo sino también de gas natural. No fue consecuencia de un programa de gobierno, ni del hallazgo circunstancial de un yacimiento enorme, sino de esa virtud intrínseca del sistema de libre empresa que es el deseo por innovar e invertir para lograr un mayor lucro. Ya en 2018 la Unión Americana, con una producción de 10.96 millones de barriles diarios, rebasó a Arabia Saudita y Rusia para convertirse en el mayor productor del mundo. Nunca miró hacia atrás. En agosto de este 2024 produjo 13.4 millones (EIA.gov). 

A pesar de que México tiene una estructura geológica similar a la de Estados Unidos, y que pudimos haber aprovechado las mejoras tecnológicas desarrolladas por nuestros vecinos, hemos sufrido un fenómeno exactamente contrario. Todavía en 2007 tuvimos una producción superior a 3 millones de barriles diarios, solo de crudo. Para 2023 la producción de “hidrocarburos líquidos” cayó a 1.8 millones, a pesar de que López Obrador empezó a incluir los condensados en los reportes de producción. En el segundo trimestre de 2024 la producción de hidrocarburos líquidos promedió 1.7 millones de barriles diarios. 

La principal razón del incremento en la producción de petróleo y gas en Estados Unidos ha sido el fracking o fractura hidráulica. En México, por el contrario, esta tecnología fue vetada por el gobierno de López Obrador, quien el 15 de febrero lanzó una iniciativa de reforma para prohibirla en la Constitución y que está a punto de ser aprobada ahora por el Congreso. 

La productividad petrolera por la fractura hidráulica ha crecido a pasos acelerados. El aprendizaje que se logra al perforar miles de pozos cada año ha permitido que la producción por pozo se haya elevado de manera constante. “La producción de petróleo de Estados Unidos crecerá en 600 mil barriles al día en 2025, alrededor de 50 por ciento más que el crecimiento de este año, debido a una mayor productividad en pozos”, según BloombergNEF, un servicio de investigación. 

La producción de petróleo es hoy “la industria más productiva de Estados Unidos”, apunta un reportaje de la agencia Bloomberg difundido el 31 de octubre. La cada vez mayor productividad en extracción de hidrocarburos ha ayudado a Estados Unidos a crecer más que el resto de los países desarrollados y mucho más que México. Los beneficios del fracking han sido tan evidentes que Kamala Harris, la excandidata demócrata a la presidencia, que en 2019 como senadora pidió prohibirlo, subrayó en la campaña de 2024 que había cambiado de opinión. “Esta es mi posición y punto. Como presidenta de los Estados Unidos, no prohibiré el fracking”, afirmó el 2 de octubre en una entrevista para una televisora de Pittsburgh, ciudad que depende para su energía de gas natural obtenido por este método. 

México se ha beneficiado de la revolución del fracking. Buena parte del gas natural que empleamos en la industria, y que usamos para generar electricidad, procede de Estados Unidos y es producto de la fractura hidráulica. Es el gas natural más barato del mundo, lo cual nos ayuda mucho. Podríamos producirlo aquí, porque los supuestos daños ambientales son un mito, pero el gobierno mexicano quiere que los mitos mantengan a nuestro pueblo en la pobreza. 

Deportador

Trump ha escogido al exdirector del Servicio de Inmigración Tom Homan como nuevo “zar de la frontera”. En 2016 el Washington Post dijo de él: “Thomas Homan deporta gente. Y lo hace muy bien”. A él le tocará detener a los migrantes que crucen la frontera y deportar a los que sin documentos se encuentran en el país. 

www.sergiosarmiento.com

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