Puerto Vallarta, México.- No sé qué tan realista sea el presupuesto de 2025, pero es claro que está tratando de lograr algo bastante difícil: recortar el déficit de 5.9 a 3.9 por ciento del producto interno bruto (PIB) y lograr un crecimiento económico de entre 1.5 y 2 por ciento. El problema es que pretende lograrlo a la manera de la 4T: pisando el freno y el acelerador al mismo tiempo.
Los recortes al gasto no son de austeridad republicana ni de pobreza franciscana, sino de una brutalidad que ronda en lo criminal. La Secretaría de Salud sufrirá un recorte de 34 por ciento mientras que la del Medio Ambiente y Recursos Naturales uno de 39.4 por ciento. Ahí quedarán enterradas las promesas de cuidar la salud como en Dinamarca o de proteger la ecología. El presupuesto de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana será 36.2 por ciento menor al de 2024 y el de Defensa 43.8 por ciento. La seguridad ya no es prioridad. El de Cultura bajará 30.8 por ciento. Los ganones nos revelan las verdaderas prioridades del gobierno. La Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes, la antigua SCT, tendrá un incremento de 72 por ciento y la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu) uno de 183.3 por ciento.
El presupuesto nos dice que el sector público tendrá ingresos de 8 billones 56 mil millones de pesos y gastos de 9 billones 226 mil millones de pesos. El déficit será así de un billón 170,566 millones de pesos, 3.2 por ciento del PIB. Sin embargo, “las necesidades de financiamiento fuera de presupuesto” llevan el déficit real -o “amplio”, como lo llama Hacienda-a un billón 428,348 millones de pesos, 3.9 por ciento del PIB. Los requerimientos financieros acumulados del sector público, la verdadera deuda pública, se elevarán a 18.6 billones de pesos al terminar 2025, mientras que al cierre de 2018 eran de 10.5 billones. Este aumento de 77 por ciento es un mentís para quienes dicen que la 4T no ha elevado la deuda pública.
Quizá lo peor es que el gasto que se está presupuestando es en muchos casos irracional. Las empresas del Estado, que por decreto presidencial ya no son “productivas”, recibirán subsidios enormes. Pemex, una de las pocas petroleras del mundo que pierde dinero, obtendrá un apoyo de 136 mil millones de pesos para el pago de amortizaciones de su deuda de mercado, mientras que sus proveedores tendrán que seguir suplicando sus pagos. A la Comisión Federal de Electricidad se le entregarán otros 85 mil millones de pesos. Hacienda ha presupuestado 189 mil millones de pesos para “programas prioritarios de inversión”, pero 139 mil millones serán para trenes que están condenados a perder dinero. De este monto, 40 mil millones se dedicarán al Tren Maya que supuestamente ya debería estar terminado.
El gobierno eroga crecientes montos en dádivas y programas sociales que compran votos y menos en los servicios públicos que son la razón por la que se nos obliga a pagar impuestos. “El gasto en pensiones contributivas, no contributivas y programas sociales en 2025 representará 46.51 por ciento de los ingresos tributarios”, explica Gabriela Siller de Grupo Financiero BASE. Además, “el costo financiero de la deuda. representa 26.21 por ciento de los ingresos tributarios”. Cada vez hay “menos espacio para otros rubros como salud, educación e infraestructura”.
El presupuesto sigue acumulando deuda pública. La filosofía del gobierno es gastar hoy y dejar la cuenta a las futuras generaciones. Lo peor es que mucho de este gasto es irracional. Importa más jugar con trenecitos, por ejemplo, que dar servicios de salud a quienes menos tienen.
Impuestos
El presupuesto ya incluye algunos aumentos en impuestos, como el de la minería y el de los pasajeros de cruceros. La propuesta de Ricardo Monreal de hacer una “reforma fiscal”, sin embargo, apunta hacia dónde va el gobierno. “Reforma fiscal” es un eufemismo que significa “aumento de impuestos”.
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