“La propuesta es dejar de sembrar guerras; sembremos paz y sembremos vida”.
Claudia Sheinbaum
La presidenta Claudia Sheinbaum ofreció este 18 de noviembre en el G20 en Río de Janeiro un discurso “buena onda”: Declaró: “Resulta absurdo, sin sentido, que haya más gasto en armas que para atender la pobreza o el cambio climático. Me niego a pensar que somos capaces de crear inteligencia artificial e incapaces de dar la mano al que se quedó atrás”.
Para resolver los problemas del mundo propuso “establecer un fondo para destinar el 1 % del gasto militar de nuestros países para llevar a cabo el programa de reforestación más grande de la historia. Significaría liberar unos 24 mil millones de dólares al año (12 veces lo que ya destina México) para apoyar a seis millones de sembradores de árboles que reforestarían 15 millones de hectáreas”. Puso como ejemplo el programa Sembrando Vida, que López Obrador promovió como una solución a la migración ilegal, el cual “consiste en dar a las familias pobres del campo un jornal, capacitación técnica para sembrar árboles maderables y frutales, así como otros cultivos para la alimentación”. Presumió: “Nosotros destinamos cada año 1,700 millones de dólares para apoyar a 439 mil familias en México, y 40 mil en Guatemala, Honduras y El Salvador. En seis años se han reforestado, con la siembra de 100 mil millones de árboles, más de un millón de hectáreas, lo cual equivale a capturar anualmente 30 millones de toneladas de CO2”.
¿Cien mil millones de árboles en seis años? El gobierno tendría que haber sembrado 45.6 millones de árboles ¡cada día! Hoy debería haber 100 mil árboles nuevos en un millón de hectáreas. El problema es que no hay indicios físicos de que se haya sembrado este elevadísimo número de árboles.
Sembrando Vida no contó con estudios previos ni tiene medios de evaluación. La cifra de 100 mil millones de árboles es un dogma de fe. Nos dice la presidenta que casi medio millón de familias han sido beneficiadas, pero no hay un padrón público de beneficiarios. Las parcelas reforestadas no se conocen. No hay imágenes satelitales georreferenciadas que nos permitan ver cómo se ha ampliado la cobertura forestal. No hay información sobre dónde se encuentra los cientos de miles o millones de viveros en los que se criaron los árboles. No hay cifras sobre el porcentaje de supervivencia de los ejemplares plantados. No hay señales de que se haya frenado la emigración.
El programa no cuenta con mecanismos de evaluación. Coneval, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, ofreció en 2022 una “ficha de monitoreo” en un compendio de otras evaluaciones, pero dista de ser suficiente para medir su impacto. Sabemos que el programa reparte dinero entre campesinos y ejidatarios, y que compra votos, pero no si reforesta o ayuda a las comunidades en el largo plazo.
Sembrando Vida está adscrito a la Secretaría del Bienestar, que controla los programas sociales, y no a la Secretaría del Medio Ambiente, Semarnat, lo cual señala que su propósito no es ambiental. El presupuesto para 2025 le asigna 39,100 millones de pesos, contra 44,370 millones de todos los programas de Semarnat, incluyendo Conagua, que maneja el agua en todo el país, y Conafor, la Comisión Nacional Forestal, que sí hace un trabajo de reforestación planificado para propósitos ecológicos. El presupuesto de Conafor, sin embargo, es de apenas 2,602 millones de pesos.
Impulsar un programa bien diseñado para el cultivo de árboles frutales y maderables que permita la conservación y ampliación de bosques y selvas tiene mucho sentido. ¡Qué bueno que lo proponga la presidenta de México! Solo que Sembrando Vida no es ese programa. Este solo pretende comprar votos. Por eso no tiene instrumentos de medición o evaluación.
Cultura
En 2023 las actividades culturales generaron 820,963 millones de pesos, 2.7 % del PIB, y 1.4 millones de empleos, 3.5 % del total (INEGI). El presupuesto de 2025, sin embargo, le está recortando 30.8 % a la Secretaría de Cultura.
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