El próximo 29 de noviembre se festejarán los 95 años de vida de Coparmex-León, y para ello se prepara un evento con la asistencia del presidente nacional, José Medina Mora Icaza, así como la presencia de las autoridades estatales y municipales.

Para quienes somos miembros de esta institución, será un evento importante y abre la puerta para aplicar un análisis que involucra la invitación a la representación del Gobierno estatal, principalmente por la reciente agresión dirigida hacia las organizaciones empresariales por la destrucción del modelo de participación ciudadana Fidesseg.

Hay quienes piensan que, después de todo, debemos ver para adelante y olvidar los agravios, buscando seguir construyendo puentes con las autoridades, pues las amenazas hacia nuestra democracia y economía siguen vigentes desde el Gobierno federal, aun cuando aquí en Guanajuato nos hayan traicionado.

Hay quienes, también por otro lado, pensamos que la afrenta recibida por el Gobierno estatal merecería, por lo menos, una “pausa” en las relaciones, sobre todo tratándose de una invitación a una fiesta que no es lo mismo que un evento institucional en donde se vayan a tratar asuntos derivados de la relación que se tiene con el Gobierno del Estado. Este acontecimiento no es una mesa de trabajo, ni una junta de consejo, ni mucho menos una toma de protesta; es, literalmente, una fiesta de cumpleaños.

En mi opinión, mal haríamos en caer en la hipocresía de coincidir en una fiesta en la cual posaríamos para las fotos con sonrisas fingidas, sobre todo porque, como anfitriones, no procede hacer algún reclamo, pero a la vez, si no lo hacemos, se podría interpretar como si cayéramos en la complacencia. Y si lo hiciéramos, el invitado siempre habla al último, por lo que no se generaría un diálogo circular. Es decir, que por cualquier lado sería una posición incómoda.

La Coparmex-León es un organismo empresarial constituido como sindicato patronal, que ha sido de afiliación voluntaria y universal desde su nacimiento, es decir, que agrupa por convicción a empresas de todos los giros industriales, comerciales y de servicios, haciéndolo diferente a todas las demás instituciones empresariales. Se le considera la conciencia del sector privado, conciencia que nos debería indicar que, en estos momentos, correspondería mantener y manifestar una distancia respetuosa con el Gobierno del Estado. Eso sería lo más digno.

La Coparmex-León siempre se ha conducido con independencia hacia los gobiernos federales y locales. Por regla, no solicita ni acepta recursos públicos para ninguno de sus proyectos, ni mucho menos para su operación, ubicándolo con una autonomía y autoridad moral que a veces no tienen las cámaras empresariales, quienes constantemente cuentan dentro de sus presupuestos con aportaciones importantes de los gobiernos.

La Coparmex-León no tiene proyectos conjuntos con los gobernantes que puedan comprometer su visión o principios, y no le debe interesar quedar bien con el gobierno, pues con los únicos que debe quedar bien es con sus miembros.

Una de las mejores contribuciones que puede hacer la Coparmex-León es la crítica constructiva y valiente hacia las acciones de las autoridades y la vigilancia de los recursos públicos, para ubicarse como contrapeso ante el poder y sus abusos.

Ciertamente, lo cortés no quita lo valiente, pero a la luz de lo que pasó, seguramente, para el Gobierno del Estado resultamos más cortesanos que valientes, pues en la primera oportunidad preferimos invitarlos a nuestra fiesta, olvidando que nos vilipendiaron. Si seguimos así, vamos a parecer una caricatura.

Para muchas autoridades, resulta muy provechoso tener un sector empresarial alineado y sumiso, haciéndole creer como si cogobernara, hipnotizándolo con el cuento de que participa en las decisiones, cuando muchas veces la verdad es que eso solo es un espejismo.

LALC 

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