Vale la pena recordar que el mismo día de su toma de posesión, el 1 de diciembre del 2018, López Obrador declaró ante los poderes de la Unión: “hoy no solo inicia un nuevo gobierno, hoy comienza un cambio de régimen político.”

AMLO no engañó a nadie, lo expresó públicamente de modo que la nación fuera consciente de sus intenciones políticas, que, a partir del 2025, producirían un cataclismo económico y social, de modo que nadie pudiera acusarlo de mal manejo de los asuntos públicos, sino, en todo caso, a la señora Sheinbaum, la única culpable. 

López Obrador derogó los principales postulados de la Constitución de 1917. Al crear un nuevo régimen político, dejamos de ser una República representativa, democrática, federal, compuesta de estados libres y soberanos para convertirnos en una dictadura socialista con un partido único, como Morena, ya que la oposición es inexistente. AMLO, hoy en día, como Calles, controla el Poder Ejecutivo, el legislativo, el judicial y a 22 entidades federativas, que ya no son libres ni soberanas al depender de su voluntad irrefutable.

López Obrador aprovechó el inmovilismo social para disponer ilícitamente del ahorro público y poder comprar la voluntad electoral de los sectores más vulnerables del país. Violó la legislación electoral al incurrir en actos anticipados de campaña; se hizo ilegalmente de la mayoría calificada en el Congreso de la Unión, mediante una elección de Estado, después de haber nombrado personajes enemigos de las instituciones republicanas, tanto en el INE, en el Tribunal Electoral y en la Suprema Corte de Justicia.

Solo que los planes de largo plazo de AMLO no concluían con la destrucción de las instituciones nacionales, ¡qué va!, su proyecto político contemplaba el empobrecimiento masivo de la sociedad, que debería producirse precisamente durante el mandato de Sheinbaum, su heredera, de modo que ella cargara con el peso de la catástrofe y él, el verdadero responsable, pudiera lavarse las manos de cara a la historia.

AMLO diseñó la trampa perfecta en la que habrá de caer Sheinbaum, ya que, a modo de las arañas que tejen una red, endeudó temerariamente al país sin que los monstruosos créditos contratados impulsaran el crecimiento económico, el peor de los últimos 40 años. Dividió a la nación, no creó fuentes de riqueza ni los millones de empleos prometidos. Devastó el sistema educativo para crear una gigantesca legión de pobres, violó el T-MEC, del que depende casi el 60% de la economía nacional; desconoció arteramente el papel de las casas calificadoras de riesgos con lo que ya estamos muy cerca de perder el grado de inversión; disparó las pérdidas de PEMEX y de CFE; desperdició salvajemente el ahorro público en obras faraónicas, caóticas que nacieron quebradas; no llevó a cabo una reforma fiscal; continuamos importando de EU casi el 80% de gasolina y de gas; se enfrentó a los Estados Unidos, nuestro principal socio comercial; permitió que el narcotráfico se apoderara en buena parte del país; no le preocupó, durante la pandemia, la desaparición de más de un millón de pequeñas y mediana empresas que captan el 80% del empleo en el país y todo lo anterior, para imponer el socialismo en México.

A Sheinbaum le va a explotar en las manos un conflicto político, social y económico de dimensiones imprevisibles, tanto por el manejo del presupuesto, la irremediable parálisis económica, la previsible devaluación del peso con sus terribles efectos inflacionarios, la fuga de capitales, la contracción de la inversión pública y privada, el desempleo, la descalificación crediticia, sumada a nuestra posible expulsión del T-MEC y el regreso de Trump a la Casa Blanca, entre otros daños colaterales. 

Cuando enfrentemos la tormenta perfecta, López Obrador resurgirá después de ordenar una nueva reforma constitucional para destituir a Sheinbaum y surgir como el “salvador” de México. AMLO, el misógino, acusará a su sucesora de no haber sabido salvar la enorme cantidad de obstáculos que él mismo colocó aviesamente. Ella quedaría como la responsable de la catástrofe que él mismo provocó para garantizarse su regreso al poder.

¿Qué soy novelista y amante del poder de la mentira? Pues poco vivirá quien no lo vea. La trampa perfecta está tendida. AMLO bien podría sustituir “legalmente” a Sheinbaum en la presidencia para rescatar al país del caos que él provocó. ¿Novela.?

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