Nadie, absolutamente nadie -excepto los capos del narco- desea que le vaya mal a México, nuestra casa, nuestra patria y la de nuestros hijos y futuras generaciones. De manera que estamos unidos todos en hacer y enaltecer nuestra patria.
Todo indica, es decir, todo menos los comunicados “diplomáticos” de Trump y Claudia Sheinbaum, que se avecinan tiempos difíciles para el País. Quienes conocen a Trump saben que, primero que nada, hay que conocerlo para tratar con él y hay que estar al tanto de lo que dicen y piensan él y su círculo íntimo.
Elon Musk, por ejemplo, está muy cerca del Presidente electo, es el encargado de una nueva oficina, la DOGE (Department of Government Efficiency o Departamento de Eficiencia Gubernamental), que pretende hacer lo opuesto a lo que esquema la 4T: un Gobierno compacto, eficiente, de bajo costo, que libere el potencial creativo y emprendedor de los ciudadanos con menos regulación e impuestos. Esto, con transparencia absoluta y extrema rendición de cuentas.
Donald Trump Jr. tiene un podcast al que invita a los afines y cercanos a la Administración, compartiendo información relacionada con lo que viene; mucho se puede aprender escuchándolos. Cosas como la muy alta posibilidad que desde el primer día de su segunda Administración designe Trump como organizaciones terroristas a los cárteles mexicanos, que pueden ser todos, o en escala, primero los “fentanileros”: el CDS y el CJNG.
Con los Tratados y acuerdos que tiene Estados Unidos con otras naciones, y dentro de sus leyes, este solo hecho implica activar mecanismos que alteran de manera radical la forma en que el Gobierno de EU reaccionará ante la epidemia de fentanilo, que tanto les preocupa, y ante quienes lo introducen a ese país.
Existe dentro de las fuerzas de élite norteamericanas un grupo de tropas “tier one” (primer nivel) a disposición del Presidente para emprender cualquier operación en cualquier lugar que represente una amenaza para la seguridad interna de EU. Trump quiere:
1.- Destruir los laboratorios del narco que producen fentanilo.
2.- Detener y procesar a los capos responsables de ello y del tráfico de drogas en general, más:
3.- Exhibir o aprehender a funcionarios públicos mexicanos corruptos que facilitan sus actividades.
Para lograr estos objetivos es que se emplea a estas tropas ultra de élite “tier one”, tipo el equipo “SEAL Six” que capturó y aniquiló a Bin Laden. De arranque, Trump puede alistarlos y no emplearlos, dándole tiempo al Gobierno mexicano de hacer algo palpable contra los cárteles, ya sea por sí solo o aceptando la ayuda que EU ha ofrecido, pero que el anterior Tlatoani rechazó por acomplejado o por algo peor.
Parte del estilo de Trump, aprendido de su mentor, el abogado Roy Cohn, es amenazar simultáneamente por varios frentes: el mencionado es uno, los aranceles son otro y las deportaciones un tercero. Obviamente, todo el tiempo esgrimiendo el cuarto: la renegociación del T-MEC repelando que México y Canadá “han abusado” de éste perjudicándolos para beneficio propio, e insinuando que puede hasta cancelarlo.
Así que, siguiendo la teoría de los “mil latigazos” (“bueno, ándale, sólo te daré 10″… “¡Ah, gracias!”) está Mr. Trump armando una corona de espinas para el Gobierno mexicano, que apretará o aflojará según le cumplan o no. Esto requerirá respuestas y reacciones inteligentes: no hablamos de someternos a sus caprichos, sino de sesudamente responder a ellos. Igualmente, darle la debida importancia a la perspectiva de los vecinos: ¡tienen razón en querer parar en seco la epidemia de fentanilo que ha matado más americanos que la guerra de Vietnam y la de Afganistán juntas!
¿Qué prefiere nuestro Gobierno? ¿Seguir extendiéndoles a los criminales impunidad o ayudar a cercenar la cadena de violencia que han desatado en México y de muertes en Estados Unidos?, esto aceptando la ayuda de los vecinos, ¿o negarnos por defender lo indefendible (corrupción y trasiego de drogas) y enfrascarnos con ellos a las vencidas?