‘La política es el arte de disfrazar de interés general el interés particular’.

Edmond Thiaudière

En el panorama actual de la salud global, el cáncer se posiciona como una de las principales causas de muerte en México y en el mundo. Enfrentar este reto no solo requiere de avances médicos y tecnológicos, sino también de estrategias políticas bien definidas que permitan una integración eficaz de los diversos actores involucrados. Este es el punto de partida para hablar sobre el concepto de “oncopolítica”, una herramienta crucial para abordar el cáncer desde una perspectiva amplia que englobe investigación, acceso a tratamientos y colaboración internacional.

La oncopolítica se define como la interacción planeada y sostenida entre los formuladores de políticas y otros actores clave para anticipar y dar forma a las políticas de salud e investigación relacionadas con el cáncer. Este enfoque no solo busca mejorar el acceso a terapias innovadoras, sino también crear sistemas de salud que aprendan y evolucionen constantemente.

Ejemplos notables de esto son los ensayos clínicos TAPUR (Targeted Agent and Profiling Utilization Registry) en Estados Unidos, DRUP (Drug Rediscovery Protocol) en Países Bajos y Captur (Canadian Profiling and Targeted Agent Utilization Registry) en Canadá. Estas iniciativas representan esfuerzos coordinados para transformar los procesos de evidencia, centrándose en terapias dirigidas basadas en biomarcadores, incluso en usos fuera de “etiqueta”. Más allá de los resultados clínicos, estos ensayos buscan redefinir la forma en que las organizaciones profesionales participan en la investigación y fomentar sistemas de salud que integren cuestiones epistemológicas, organizacionales y económicas.

En un contexto de creciente populismo, donde las agendas nacionalistas amenazan la cooperación internacional, la diplomacia en salud global se convierte en un pilar esencial. Este enfoque busca alinear las políticas de salud con la política exterior, promoviendo la cooperación entre países y sectores. Organizaciones como la OMS (Organización Mundial de la Salud) han demostrado cómo acuerdos internacionales, como el Convenio Marco para el Control del Tabaco, pueden abordar factores de riesgo clave para las enfermedades no transmisibles.

Sin embargo, la diplomacia en salud enfrenta desafíos significativos. Las tensiones geopolíticas y la priorización de intereses locales pueden limitar la colaboración necesaria para combatir el cáncer a nivel global. Ante esto, la adopción de ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible) ofrece una hoja de ruta para enfrentar estas barreras, fomentando un enfoque inclusivo y transformador.

Uno de los aspectos más innovadores de las oncopolíticas modernas es el concepto de “sistema de salud como sistema de aprendizaje”. En este modelo, los datos generados en la práctica clínica se utilizan para mejorar continuamente la atención médica, cerrando la brecha entre la investigación y la práctica.

Por ejemplo, los ensayos TAPUR, DRUP y Captur no solo generan evidencia sobre la eficacia de las terapias, sino que también permiten que los sistemas de salud integren rápidamente nuevos conocimientos, adaptándose a las necesidades cambiantes de los pacientes. Este enfoque es especialmente relevante en países de ingresos bajos y medios, donde la falta de datos demográficos y epidemiológicos limita el desarrollo de políticas efectivas.

A pesar de los avances en terapias dirigidas y tecnologías, una proporción significativa de los casos de cáncer está relacionada con factores de riesgo modificables, como el consumo de tabaco, el alcohol, la obesidad y las infecciones. Aquí es donde la prevención juega un papel fundamental. Las oncopolíticas deben incluir estrategias para abordar estos factores, promoviendo estilos de vida saludables y regulando la influencia de industrias como la alimentaria y la tabacalera.

En nuestro país, el panorama del cáncer refleja tanto desafíos como oportunidades. La falta de acceso equitativo a tratamientos y diagnósticos avanzados es un problema persistente, especialmente en comunidades marginadas. Para avanzar hacia un modelo de oncopolítica efectivo, es fundamental fortalecer la inversión en investigación, mejorar la recopilación de datos epidemiológicos y garantizar que los pacientes tengan acceso a terapias innovadoras.

Asimismo, México debe integrarse más activamente en las redes internacionales de cooperación en salud, aprendiendo de modelos exitosos como los mencionados ensayos internacionales. Esto no solo permitirá mejorar los resultados clínicos, sino también posicionar al país como un líder en la lucha contra el cáncer en la región.

La lucha contra el cáncer no puede limitarse a los avances en la medicina; requiere un enfoque integrado que considere las dimensiones políticas, sociales y económicas del problema. La oncopolítica ofrece una plataforma para construir un sistema de salud más resiliente, equitativo y adaptado a las necesidades del siglo XXI.

El pasado 10 de octubre presenté la Ley General del Cáncer con la visión de oncopolítica que puede ser consultada en https://bit.ly/4fYgeEu. El impacto presupuestario según la Comisión de Presupuesto sería de 434 mil millones de pesos. Más vale que innovemos, pues al ritmo que vamos (95 muertes por cada 100 mil habitantes), no habrá manera de tener ni cantidad ni calidad de vida para quienes padezcan un cáncer. 

 

RAA

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