“Prohíbeme salir y haré lo imposible para hacerlo”, nos decía un maestro de la carrera, para ejemplificar todas las connotaciones que tiene la idea del fruto prohibido y la necesidad humana de transgredir la norma por curiosidad y por rebeldía.

Esto lo relaciono con la reciente reforma constitucional, en México, para prohibir la producción, transporte y venta de vapeadores, también llamados cigarros electrónicos.

También quedó en la Carta Magna la prohibición del “fentanilo ilegal”, pero quedó salvado el uso medicinal que es uno de los opioides que se utiliza como analgésico y anestésico, de los más potentes.

El fentanilo ilegal, como sabemos, es una droga tan letal que en Estados Unidos causa muertes y daños (alrededor de 100 mil anuales), que son mucho más que los homicidios dolosos que se cometen en México, relacionados con el crimen organizado (30 mil por año, en promedio).

Se prohíben los vapeadores que llegaron en un inicio como un producto para sustituir e incluso como auxiliar para dejar de fumar cigarrillos, aunque resulta que también estos dispositivos causan adicción y tienen efectos negativos para la salud como el cáncer y por consiguiente una posible muerte.

Según eso, los legisladores, diputados y senadores tomaron en cuenta la opinión de que la prohibición en comento, podría ser aprovechada por la delincuencia para controlar la producción y el tráfico de los vapeadores, pero no pasó nada porque se aprobó con senda mayoría.

Si se prohíben los vapeadores, entonces por qué no terminan por prohibir los cigarrillos que en nuestro país causan alrededor de 60 mil muertes al año, y se estima que son 15 millones de fumadores directos, más los fumadores pasivos.

Sin embargo, la no prohibición permite que se emitan mayores restricciones y un mayor control y normas, incluso que en las tiendas y negocios en general no se venda esos productos a los menores de edad.

Si los cigarrillos controlados son dañinos, más aún lo son los apócrifos o piratas, los que seguramente tienen muchos más elementos nocivos que pueden causar daños irreversibles a la salud y por supuesto la muerte.

Tales cajetillas de cigarros se expenden sin control en muchos tianguis y no se ve que las autoridades actúen en consecuencia con operativos para incautar esos productos.

En el mismo tenor del pensamiento legislativo, se prohibirían las bebidas alcohólicas, pero recordemos la experiencia norteamericana con la Ley Seca entre 1920 y 1933 que provocó la proliferación de mafias (como de Al Capone), y saldos sangrientos en la guerra por el control del negocio.

La prohibición de los vapeadores y de todos sus procesos hasta llegar a los consumidores, se determinó por la supuesta defensa de menores de edad y jóvenes que hoy los están consumiendo.

Recordemos que los vapeadores no solo contienen nicotina sino otras sustancias nocivas y venenosas, como metales pesados y otros químicos relacionados con enfermedades pulmonares, que derivan en cáncer.

Desde ahora ya existen importadores y fabricantes ilegales de vapeadores en nuestro país y las autoridades tienen un gran reto, el cual se incrementará con la participación de la delincuencia organizada para el control del negocio.

La problemática es doble para las autoridades de todos los órdenes de gobierno con la prohibición de vapeadores, porque quienes tenían una regulación legal, ahora se convierten en presuntos delincuentes

La reforma constitucional es irreversible, su proceso se complementa con la aprobación de los congresos de los estados y luego con su publicación en el Diario Oficial de la Federación para que inicie su aplicación. Veremos.

 

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