Esta semana se conmemoraron 75 años de uno de los eventos más devastadores en la historia de Pachuca. La inundación del 24 de junio de 1949, también conocida como la inundación del día de San Juan, es recordada como uno de los mayores desastres naturales que ha golpeado a la ciudad.
Aquel día el cielo de Pachuca se llenó de nubes como anuncio de una lluvia que pronto se convertiría en una feroz tormenta. Las lluvias torrenciales desbordaron el Río de las Avenidas que cruza la ciudad de norte a sur.
La falta de mantenimiento del cauce y el arrastre de materiales redujeron su capacidad de conducción, lo que derivó en su desbordamiento. El agua alcanzó niveles superiores a los dos metros y cobró numerosas vidas, además hubo personas desaparecidas.
El desastre sorprendió tanto a la población como a las autoridades. Reporteros de los principales diarios de la Ciudad de México llegaron a Pachuca en cuestión de horas para cubrir la tragedia.
La fuerza del agua no sólo arrasó con viviendas, comercios y vehículos, sino que también causó graves destrozos a la comandancia de policía, ubicada en la calle Venustiano Carranza.
El cronista de Hidalgo, Juan Manuel Menes Llaguno, describió los hechos: “A la altura de la calle de Mina, el agua se estrelló contra las casas, alcanzando una elevación de poco más de tres metros. Esa marca quedó señalada en las fachadas de las viviendas, visibles incluso una década después”, relató.
La recuperación fue lenta y ardua. Pobladores y autoridades trabajaron juntos durante más de un mes para limpiar y reconstruir la ciudad. La Cruz Roja Mexicana envió dos unidades de auxilio, pero las salas de los hospitales fueron insuficientes para atender a todas las víctimas. Las cifras exactas de heridos y fallecidos permanecen inciertas, aunque en su momento se reportaron 67 muertes y más de 100 desapariciones.
Gracias al trabajo de preservación de la Fototeca del Instituto Nacional de Antropología e Historia, hoy podemos consultar materiales visuales que documentan esta tragedia. Las imágenes de soldados que limpiaron las calles, personas en tránsito por las avenidas y los destrozos en diversos establecimientos, son testimonio de uno de los episodios más trágicos en la historia de Pachuca.
Esta conmemoración nos recuerda la fuerza implacable de la naturaleza y la resiliencia de una ciudad que, a pesar de la tragedia, se levantó con esfuerzo y solidaridad.