Salamanca, Guanajuato.- Parte de la historia de Salamanca está marcada por un grave conflicto de contaminación ambiental y una zona devastada. Es el tiradero tóxico que se ubica en el cerro de La Cruz. En ese lugar, la empresa Químicos y Derivados de Salamanca (Quidesa), depositó más de 40 mil toneladas de residuos contaminantes (lodos petrolatos derivados del petróleo).
La zona está infectada y durante varias décadas ha causado graves problemas de salud y ha puesto en riesgo la vida de las personas que viven en comunidades y colonias aledañas, como San José Uluapa y La Humanista 1.
La contaminación que emana de este “foco de infección” provoca en la gente mareos, náuseas, dolor de cabeza, y se dieron casos de sangrado por boca y nariz.
Cabe recordar que en 1998 un estudiante de secundaria perdió la vida al adentrarse en este tiradero tóxico, los vapores lo intoxicaron, perdió el conocimiento y murió entre los residuos contaminantes.
Quidesa: el tiradero y las sanciones
Quidesa fue parte de las empresas que se establecieron en el Corredor Industrial luego de que en 1950 llegó a Salamanca la Refinería Ingeniero Antonio M. Amor (RIAMA).
Los residuos contaminantes empezaron a ser depositados en 1995 y en 2011 la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) sancionó económicamente a Quidesa, y estableció un plazo de 120 días para que saneara el socavón del cerro de La Cruz.
En el 2013 Profepa clausuró Quidesa al comprobarse que la empresa vertía ilegalmente a cielo abierto lodos tóxicos. Posteriormente, en 2014 Químicos y Derivados de Salamanca se comprometió a retirar 200 toneladas de residuos por mes, pero solo fueron retiradas alrededor de 3 mil toneladas.
En 2017 la empresa Quidesa se declaró en quiebra económica y los residuos contaminantes se dejaron abandonados en el cerro de La Cruz.
Hasta ahora, una lucha estéril
Fernando Baca Amador, integrante del bloque ambientalista de Salamanca, por más de 20 años ha pugnado por el saneamiento del tiradero tóxico, pero hasta ahora, sus esfuerzos no han prosperado.
“Mi pregunta es: ¿qué se va hacer con todos esos fierros viejos que hay ahí donde era Quidesa?, ¿con todo lo que se dejó? Si se va a desarmar para que se lleven los fierreros o se los roben como hicieron en Tekchem y lo vendan por kilo, con el riesgo de que se convierta en varilla y se utilice para construir viviendas con material infectado”, aseveró el ambientalista.
CA
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